El cambio de opiniones sobre un tema cualquiera que se desea convertirlo en ley, se torna cada vez más necesario, indispensable si se quiere, para que el proyecto tenga un alto grado de acierto.
Ya estamos sintiendo los efectos de algunas leyes administrativas que, elaboradas por personas teóricamente bien preparadas, con títulos que aseguran su solvencia de conocimiento, pero sin mayor experiencia en el ramo en que sus proyectos operarán, está acarreando alguna desazón. Punto elevado es el de las sanciones del transporte: los conductores se quejan de que otros delitos se sancionan con prisión, multa y resarcimiento de daños, pero en accidentes y contravenciones de tránsito, a esas se agrega la privación de puntos en la licencia.
Ahora están empeñados en un plan respecto a la educación sexual, como siempre con el peso de la responsabilidad en la mujer.
El conocimiento de la sexualidad en los tiempos actuales es temprano y amplio: hay información por todo lado, se la ve en películas, publicaciones inclusive obscenas que aunque no estén autorizadas circulan profusamente entre los adolescentes.
Una anécdota relata bien esta realidad: un padre de cierta edad preocupado porque su hijo queingresaba en la adolescencia, dudaba sobre el modo de conversar con él sobre sexo. Un día se armó de valor, llamó al muchacho y, con un poco de misterio, le dice: hijo, vamos a hablar de hombre a hombre sobre sexualidad.
El chico sonríe y responde: papá, ¿qué quieres que te enseñe?
¿Por qué no educar al sexo masculino para que no aproveche la debilidad de las chicas que acceden al pedido del varón de proporcionarle “una muestra de amor”, consistente en relación sexual?¿Por qué esta carga educativa se pretende echar sobre los hombros de la mujer?
Por allí se menciona que la solución al problema de embarazo temprano es que la gente se abstenga de las relaciones sexuales.
Muchos creen que esa abstención se produciría también cerrando clubes nocturnos, hoteles y moteles y todo lugar relacionado con este tipo de actividad.
Pero no se dan cuenta de lo que está a la vista: mediante la Internet organizan verdaderas fiestas y hasta orgías entre jóvenes, cuyos padres, al parecer, no existen, o no les importa nada lo que hagan sus hijos e hijas que no llegan al hogar oportunamente.
Hay una carga de disimulo en esta conducta. ¿Cuántos “moralistas” acuden a moteles, inclusive con personas casadas? Que no se dé, el caso objeto de la sal quiteña de que un hombre, en círculo de amigos, se ufanaba diciendo: tuve mucha suerte: estaba entrando al motel y mi pareja salía de allí mismo con otro. Felizmente, no me vio.
En materia sexual: educación y más educación a hombres y mujeres desde temprana edad sobre riesgos de embarazo y peligros de enfermedades, es indispensable, so pena de lamentarlos más tarde o más temprano.
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