Loable el empeño del Sr. Presidente de otorgar mayor presupuesto para la salud; es justo reconocer que ese afán lo exteriorizó como ministro de finanzas y lo concretó en su calidad de primer mandatario.
Anhelante de transformar hospitales y dispensarios, de dotarlos de los mejores equipos, decretó emergencias de salud en una decisión arriesgada y valiente, que hubiera sido exitosa si la acompañaba de procesos de vigilancia del gasto y ordenaba a Contraloría que cumpla con supervisión previa y concurrente con efectiva celeridad. No fue así.
Se escucharon muchas denuncias de mala utilización de ese dinero… no se aclaró ni permitió que fuesen investigadas. Sancionaron a médicos y empleados que hicieron conocer a la opinión pública el deterioro institucional que impedía la atención de buena calidad y segura
Es frustrante percibir, al cabo de cinco años de gobierno, que uno de los principales objetivos de su mandato es desalentador. Si gestiones anteriores no fueron exitosas, la actual, pese al esfuerzo, tampoco lo ha sido, si no ¿ cómo se explica que ascensores de las casas de salud hayan continuado inservibles durante el lustro de ejercicio gubernamental? o que existan equipos obsoletos de imagen y anestesia?, que se mantengan estructuras deterioradas con tumbados que se desintegran por filtraciones y humedad?
Consideramos que acciones emergentes; sesudas y no apresuradas, pueden corregir, en buena parte, los poco afortunados e improductivos esfuerzos, carentes de estrategias y planificación adecuadas.
Es un imperativo instaurar la atención primaria de salud, el tratamiento de enfermedades simples en dispensarios y centros de primer y segundo niveles, para descongestionar a los hospitales de primer nivel; aplicar el sistema nacional de salud; designar a tres funcionarios con alcance nacional: uno para que se responsabilice del funcionamiento de los equipos de imagen (rayos X, ecosonógrafos, tomógrafos, resonancias magnéticas); otro, de los equipos de anestesia y quirófanos y uno, de los laboratorios clínicos y patológicos. Estas constituyen medidas simples que darían solución a problemas aparentemente irresolubles.
Las deficiencias hospitalarias no se solucionan denigrando a médicos de amplia trayectoria profesional ni con el despido de especialistas o con la importación de médicos cubanos, o con el menosprecio a la labor de muchos años (varias décadas) de instituciones de salud particulares que han suplido la ausencia de atención de los hospitales públicos, mediante un tarifario establecido por las autoridades del Ministerio de Salud. Si mejora la salud, mejora el pueblo y el país. Seamos cautos, respetuosos, tolerantes y proactivos, trabajemos sin rencor ni soberbia, El Ecuador es uno…no lo dividamos.