Con esta expresión coloquial terminé un artículo que con el título de “Assange” se publicó el 10 de diciembre de 2012, a propósito de la concesión de asilo al hacker. En esaa columna señalé que el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Ricardo Patiño, desconocía por completo el mundo diplomático británico, cuando afirmó que estaba seguro de que el gobierno de Londres otorgaría rápidamente el salvoconducto para que Assange pueda viajar a Quito. Son más de 6 años que Assange permanece en la legación diplomática en Londres, en los que ha causado tensiones internacionales y desprestigio al Ecuador.
La desclasificación de documentos relacionados con el asilo, llena de vergüenza al país por las torpezas y chapucerías con las que la Sra. María Fernanda Espinosa manejó este tema. La concesión subrepticia de la nacionalidad ecuatoriana a Assange es comparable con la venta de la bandera del presidente Cordero en 1894.
Cuando la entonces canciller pretendió engañar al Foreing Office designando a Assange consejero de la embajada ecuatoriana en Londres y en Moscú, para que así burle a las cortes inglesas, jugó con la nacionalidad ecuatoriana y provocó que la diplomacia británica responda duramente a la torpe maniobra. Pero la canciller en lugar de retirarse con dignidad de la controversia, cometió el error de insistir en que Londres acepte la designación de Assange como funcionario diplomático. Llegó al extremo de sostener que el hacker “reúne las condiciones necesarias según la legislación de Ecuador y sobre él no pesa impedimento alguno que le inhabilite para desempeñar el cargo encomendado”. Y cuestionó a la diplomacia inglesa cuando afirmó que la negativa a aceptar a Assange como diplomático r, es un “acto contrario al principio de buena fe que debe regir las relaciones según la Convención de Viena sobre las Relaciones Diplomáticas, de 1961”
La presencia de Assange en la embajada ecuatoriana en Londres no ha dejado de causar problemas al Ecuador. Ha generado conflictos con el Reino Unido, con Suecia, cuya justicia requería la presencia de Assange para que responda sobre delitos sexuales, con España cuando el hacker se convirtió en promotor de la independencia de Cataluña y con EE.UU., cuando divulgó correos electrónicos de la candidata demócrata a la presidencia, Hilary Clinton, en una operación de tenaza con Putin para favorecer el triunfo de Trump. Ahora el fiscal especial, Robert Mueller, investiga el asunto, que puede llevar a juicio político y la destitución de Trump.
El país no puede mirar con indiferencia estos manejos de la Sra. Espinosa, actualmente pagada por el Estado para que ejerza la presidencia de la Asamblea General de Naciones Unidas. La excanciller debe responder por la conducción de las relaciones internacionales y la afectación al buen nombre del Ecuador.