La fragilidad del candidato sustituto

Cuando los caudillos no pueden llegar por sí mismos al poder, intentan llegar con un candidato sustituto que tiene la aprobación del caudillo, pero carece de mando, es un candidato simbólico, con frecuencia un inmolado. Tiene el brillo del elegido, pero carece de entidad completa porque los más devotos ven en él al caudillo o le consideran mero instrumento para el retorno del dueño del poder.

El candidato sustituto suele ser nulo como gobernante porque sus decisiones son aceptadas cuando tienen la aprobación del jefe, pero son rechazadas y cuestionadas cuando se supone se apartan del pensamiento oficial. Así pasó con Héctor Cámpora en Argentina.

El líder populista Juan Domingo Perón, impedido de volver, designó sustituto a Héctor Cámpora, “el dentista de Giles”, quien ganó los comicios bajo el lema “Cámpora a la presidencia, Perón al poder”. Desde Europa envió el caudillo emisarios con instrucciones precisas haciéndole saber a Cámpora que debía presentar la renuncia, igual que el vicepresidente y el presidente del Senado para que el presidente de la Cámara de Diputados convoque a elecciones. Perón fue elegido presidente y el sustituto, designado embajador en México.

Pasó lo mismo con Alberto Fernández, el candidato sustituto de Cristina de Kirchner. Llegó al poder con votos prestados y con agenda ajena. Cristina le puso en la presidencia, pero ella tiene el poder, ella designa a los ministros y maneja la legislatura de acuerdo con sus prioridades. El presidente se va tornando cada día más sumiso y cumplirá el deseo de su preceptora que consiste en anular los numerosos juicios por corrupción mediante una reforma judicial que permita cambiar a los jueces a gusto de los reos. De los 22 presos del gobierno kirchnerista, solo quedan cuatro en la cárcel. El sustituto es el que dijo que llegó con Cristina y se irá con Cristina, porque “no es un Lenin Moreno”. No se rebelará, se someterá pues para sobrevivir.

Pasó lo mismo con Luis Arce, el candidato sustituto de Evo Morales. El ex ministro de economía, elegido presidente, ha permitido que Evo Morales vuelva a Bolivia a saciar su sed de venganza. La expresidenta Jeanine Áñez ha sido encarcelada por golpista y el ministro de justicia, nombrado por Arce, anuncia otros cuatro juicios en su contra. Si declaran que la sucesión fue golpe de Estado, proclamarán la nulidad de todos sus actos, incluida la convocatoria a elecciones. Arce será otro inmolado y los partidarios de Morales le exigirán que devuelva la presidencia al dueño del poder.

Los candidatos sustitutos no tienen más alternativas que las de inmolarse ante el dueño del poder o rebelarse si es que tienen arrestos y posibilidades. La cualidad más importante en un candidato sustituto es la lealtad y los emisarios y adulones del dueño del poder ejercen vigilancia estricta para evitar la rebelión y apurar la autoinmolación.