En una votación por demás apretada, el No (50,21%) superó al Sí (49,78%) en el plebiscito del pasado domingo para refrendar el acuerdo de paz celebrado entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC.
¿Cómo explicar el fracaso? Aunque todavía es prematuro determinar las causas del triunfo del No, el principal factor, para mi forma de ver, fue político. No es un asunto de que fallaron las encuestas. La gente contestó cualquier cosa. Les dio vergüenza o recelo de decir que votarían por el No. Tampoco que fue un asunto de ignorancia o falta de educación. Curiosamente las zonas “más desarrolladas” (ubicadas en los Andes) votaron negativamente. Incluso en éstas zonas no se ha vivido o sufrido el conflicto armado como en el Putumayo, Amazonas, Guaviare, Nariño, Cauca…
El tema de fondo, como decía, fue político. El interés no solo de que la paz tenga el sello de Álvaro Uribe, líder del partido Centro Democrático y principal promotor del voto en favor del No, sino incluso de que sea un vehículo que le permita nuevamente llegar a la presidencia. El factor político ha pesado más que lograr una paz definitiva y duradera en Colombia.
En este escenario, el proceso de desmovilización, entrega de las armas y reinserción de las FARC a la vida civil queda en suspenso.
Aunque el presidente Santos ha ratificado su decisión de salvar la paz, incorporando ahora sí a delegados del Uribismo y de los principales partidos políticos, el proceso se pone cuesta arriba.
Cuesta arriba porque el expresidente Uribe está en desacuerdo con buena parte de los seis puntos que contiene el Acuerdo de Paz: reforma rural integral; participación política de las FARC; cese al fuego y dejación de las armas; solución al problema de las drogas ilícitas; reparación de víctimas y justicia transicional; y mecanismos de implementación y verificación.
En declaraciones a la prensa después del referéndum, Uribe, en un tono poco convincente, manifestó su disposición al diálogo pero no asistió a la reunión convocada por Santos. Para amainar la ola de críticas que ahora recaen sobre él por boicotear el proceso de paz, se ha limitado a formular tres propuestas: amnistía a guerrilleros, protección efectiva para las FARC y alivios judiciales para los miembros de Fuerzas Armadas.
Como puede apreciarse, cuatro años de intensas negociaciones han sido echadas al tacho de la basura. Uribe no ha hablado de temas fundamentales del Acuerdo de Paz como son reforma rural, participación política de las FARC, justicia transicional o solución al problema de las drogas ilícitas.
La consecución de la paz exige una gran dosis de indulgencia, perdón y madurez, sobre todo de parte de los líderes políticos. En este caso, Álvaro Uribe no ha estado a la altura de las circunstancias y del momento histórico que vive Colombia. ¿Y ahora qué? ¿Uribe presidente?