En marzo 8, el Fondo Monetario a través de David Lipton, el segundo de a bordo, lanzó una voz de alarma sobre la situación económica mundial, y anunció que próximamente revisará a la baja las perspectivas globales para 2016. Hicimos una breve revisión de este panorama mundial en nuestra columna de febrero 16.
Lipton exhorta a la acción en tres frentes: monetario, fiscal y estructural. Al Fondo le preocupa la dejadez de las autoridades económicas de las grandes potencias, que no muestran el celo de años atrás para enderezar la economía mundial. Tiene en mente al Federal Reserve de los EE.UU., que ha puesto en marcha un plan para frenar el crecimiento por el temor de un repunte de la inflación, cuando en la visión del Fondo, el peligro es todo lo contrario: una deflación que nos lleve a un estancamiento secular.
Lo que dispara este llamado a la acción es el inesperado deterioro del comercio internacional chino: en febrero, en relación a febrero 2015, las exportaciones cayeron 25,4% y las importaciones 13,8%, el peor resultado desde la Gran Recesión en 2009. China es una gran incógnita, y esos datos apuntan que su meta oficial de crecimiento de 6,5% es una quimera.
Este deterioro del entorno internacional, ¿Cómo nos van a afectar?
Lipton advierte que los exportadores de productos básicos deben reconocer que los precios de estos productos pueden permanecer de manera permanente en niveles inferiores. Por lo que nuestras autoridades no deben aferrarse a la esperanza de una pronta recuperación del petróleo y posponer el ajuste a las nuevas realidades.
Los exportadores de productos básicos cuando puedan deben ajustarse por la vía de la depreciación de la moneda, aconseja. Como nosotros nos valemos de la moneda que más se fortalece, el dólar, este camino no está a nuestro alcance, y más bien constituye una amenaza si nuestros competidores siguen devaluando y nos quitan mercado.
Si la economía mundial entra en deflación, no sólo nos afectará la caída de la demanda y precios de nuestras exportaciones, sino que como nosotros si tenemos inflación, el Ecuador seguirá encareciéndose en relación al resto del mundo.Ante esa situación nos toca actuar en los frentes fiscal, bancario y externo. En lo que respecta al problema fiscal, hay que mejorar la calidad del gasto público y fortalecer el cobro de impuestos. En el bancario, elevar las provisiones, puesto que se anticipa un deterioro de la cartera. En lo que respecta a la balanza de pagos, propender a diversificar exportaciones. Una política trasversal es hacer más productiva a la economía. Lipton recomienda estimular la innovación removiendo las barreras a la competencia e inversión extranjera, reduciendo los papeleos, favoreciendo la movilidad laboral y fomentando la inversión en educación e investigación.
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