De acuerdo al mandato de la consulta popular de febrero, debía de ampliarse la zona intangible del Yasuní para proteger a los indígenas a los que llaman aislados (que sabemos son acorralados y desplazados). La propuesta de ampliación no ha sido presentada oficialmente. Pero ahora, en vez de ampliarse, parece que se reduce el ámbito de su protección.
En 2008 se había creado un Plan de Medidas Cautelares que era parte del Ministerio del Ambiente, con bastantes recursos aunque con poca eficacia. Ese plan pasó luego al Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos. Parecía un avance que un tema que atañe a grupos vulnerables sea cosa de justicia y no cosa del medio ambiente pues se trata de personas y no de tortugas o aves exóticas.
Ese plan creció en nombre —Dirección de Pueblos en Aislamiento— pero mermó en recursos. Ahora, que desaparece el Ministerio de Justicia, dicen que ese plan, o dirección, o como quieran llamarlo, pasará a la Secretaría de la Gestión de la Política, ente que, por cierto, es el que debería desaparecer pues ha sido el encargado de dividir y enfrentar a los indígenas, legitimar directivas a conveniencia de las presiones del extractivismo, descalificar y promover líderes de acuerdo a intereses económicos, a votos y a compadrazgos, a cambio de dudosos convenios que poco o nada han beneficiado a las comunidades.
El Estado ecuatoriano exhibía, orgulloso, ante la CIDH su Plan de Medidas, su Dirección de Pueblos, la delimitación (en papel) de la Zona Intangible y los cientos de sobrevuelos, monitoreos y demás con los que decía proteger a estos pueblos. Por lo general, escondía los fallos de su protección, omisión o impericia en el terreno, los muertos causados en esta guerra silenciosa que ocurre en la selva. Sin embargo, es innegable que, al menos en el marco jurídico del Ecuador, su constitución y sus leyes, los pueblos indígenas aislados son sujetos de protección.
Tampoco se puede negar que hoy hay técnicos en la zona, gente más preparada, convenios de apoyo a las comunidades (algunos recién firmados, por cierto) y más sensibilidad frente al tema. En esa Dirección hay una importante documentación acerca de avistamientos y de señales de presencia e información de más de una década sobre estos pueblos que pueden desaparecer y que son clave para su protección.
Volvemos a fojas cero. Una transición que durará hasta diciembre para una instancia que, seguramente, quedará mermada en personal, presupuesto y capacidad de gestión. Algunos funcionarios estarán más concentrados en conservar sus cargos, que en lo que pase en terreno. Hasta tanto, los voraces depredadores, constructores de las plataformas como Aurora 1 (bloque 17) seguirán destrozando la selva. !Y ya no tenemos a quién reclamar!