El “Caso Yasuní” no es importante solo por lo que implica en términos de la defensa de la vida, sino porque se ha convertido en símbolo de cómo el Gobierno tiene un discurso “ambientalista” y una práctica contraria. El rechazo a la decisión de explotar los yacimientos de Yasuní ha movilizado a importantes sectores del país, sobre todo jóvenes, y quizá como ningún otro asunto, ha provocado un cambio en la opinión internacional sobre el Régimen.
La consulta popular que se resolvió promover sobre este caso tuvo, desde el principio, un carácter simbólico. Así lo pensé cuando, como no podía ser de otra manera, puse mi firma en los formularios de solicitud para que la consulta se lleve a efecto. Pero ahora, luego de los sucesos electorales, ese proceso puede transformarse en el vehículo de una gran derrota del Gobierno.
Como ha sucedido en el pasado, parece que esta consulta ya no será sobre su contenido, sino un “sí” o “no” al Presidente de la República. Y, vistos los resultados cerrados de la consulta anterior y los de las elecciones, todo indica que el resultado será una derrota del correísmo. Por esto, el proyecto de reelección presidencial no irá a las urnas, donde perdería, sino a la mayoría parlamentaria incondicional.
En los últimos días se ha reactivado la recolección de firmas. Eso ha animado a muchos, pero ha desatado también la campaña sucia. Hay formularios chimbos de la consulta que manos misteriosas han puesto en circulación para manipular las firmas de quienes crean que están suscribiendo una solicitud genuina, cuando en realidad están firmando un papel inservible. Se amenaza a la gente con que se retirará el “bono” (el que creó Mahuad para la “pobreza”) a quienes firmen. Se avizoran problemas en el Consejo Electoral, que debe convocar a la consulta.
A esta última cuestión hay que observarla bien. En la organización y control electoral hemos retrocedido. Antes de la Constitución vigente, en el máximo organismo electoral estaban representadas las siete fuerzas políticas que habían sacado más votos. Como eso se consideraba monstruoso, para desalojar a la “partidocracia”, ahora, gracias al “poder de participación ciudadana”, allí solo hay representación de una sola fuerza política, la del Gobierno.
En una consulta popular hay dos momentos centrales. El primero es la recolección de las firmas de respaldo, que ya está siendo torpedeada. El segundo es el manejo que da el Consejo Electoral a la convocatoria y sus resultados. Allí veremos si en verdad ese organismo es tan eficiente, profesional y sobre todo independiente, como su millonaria propaganda lo proclama. Más allá de la costosísima modernización que impresiona a los observadores internacionales, vamos a ver si el Consejo Electoral maneja con seriedad y sin sumisión al gobierno el caso Yasuní.