La segunda Fiesta de las Luces fue una buena oportunidad para recordar algo del grato pasado de Quito, esta gran ciudad que se fue ganando el título de capital del Ecuador, gracias a ser el escenario de la gesta libertaria del 10 de agosto de 1809 -el Primer Grito de la Independencia- y de enfrentar la represión española del 2 de agosto de 1810. Jornadas históricas que culminaron con la batalla del Pichincha el 24 de mayo de 1822. Luego del episodio de la Gran Colombia, el 12 de mayo de 1830 se proclamó la existencia de la República del Ecuador, con un militar venezolano de treinta años, Juan José Flores como presidente.
Entre los patriotas de las gestas constan Juan Pío Montúfar, Juan de Dios Morales, Juan Salinas, Juan Larrea, Juan Pablo Arenas y el cura de Píntag José Riofrío. No falta una dama, Manuela Cañizares.
El Quito de hoy llega a los dos millones y medio de habitantes, solo superada por el gran primer puerto del país, Guayaquil. Hay quienes anotan un excesivo crecimiento de las dos ciudades, por la emigración de habitantes de otras zonas y la cordial recepción que les brindan los quiteños y guayaquileños.
El crecimiento mayor en Quito se registró después del comienzo de la era petrolera, es decir de 1972. Los periodistas cuentan que en 1950 iba desde Chimbacalle hasta la avenida Colón. Ahora es una urbe de grandes proporciones, que incluye los valles que antes eran independientes, como Los Chillos, Tumbaco y la Mitad del Mundo.
Un sector quiteño muy especial es el Centro Histórico, que fue abandonado allá por 1950 por sus habitantes de mayores recursos, los cuales se trasladaron al norte, al barrio Mariscal Sucre, comprendido entre la avenida Patria y la avenida Colón. Después hubo otra “emigración” de la Mariscal hacia el norte y los valles adyacentes.
El Centro Histórico perdió su población inicial pero conservó sus maravillas, entre ellas sus iglesias, como la Catedral, la Compañía, San Francisco, la Basílica, San Agustín, Santo Domingo, por nombrar las que primero nos vienen a la memoria. Además, una calle como La Ronda, una avenida como la 24 de Mayo y hasta un cerro como El Panecillo. Uniendo todo se dice -con razón- se trata de un Centro Histórico clase A, que incluye el Palacio de Carondelet, la Plaza Grande, el teatro Bolívar, por citar algunos sitios destacados.
Allí, en el Centro Histórico, se presentó por segunda vez la Fiesta de la Luz, todo un espectáculo de gran colorido, preparado por el Municipio de la ciudad de Lyon, Francia, y que -según informó entusiasta el alcalde Mauricio Rodas- será presentado anualmente. En agosto del 2016 asistieron a la primera noche de la Fiesta de la Luz 40 mil personas y este 10 de agosto 200 000, según el secretario de seguridad del Cabildo Juan Zapata. Las luces y la música se unieron en nueve sitios del Centro Histórico, comenzando por la Catedral. Un espectáculo tan grato que no pelearon los ediles capitalinos.
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