Y le tocó a las FF.AA. En la sabatina del 22 de junio del 2013 el Presidente fue expresivo, al relatar una visita suya a un reparto naval: “La mejor manera de enterarse de las cosas es desayunar con la tropa, pero ir de improviso, caso contrario organizan bufé. Hay jerarquización en la Marina, así se perpetúan las clases sociales. Unos comen en plato de metal y otros en plato de loza…”. Severa crítica al Mando Naval, que por meses, bajo régimen de excepción, fue asignado para desmantelar la organización de los trabajadores de Petroecuador y que tomó decisiones perjudiciales en esa entidad.
El 25 de julio, en la ceremonia de aniversario del combate de Jambelí y día de la Armada, esta vez con palabras formales, reclamó de las Fuerzas Armadas superar “atavismos culturales”. Se refirió a diferencias entre tropa y oficiales, que van desde habitaciones hasta utensilios de comida y exigió que se acaben éstas.
Denunció la acumulación de propiedades de las Fuerzas Armadas e ironizó que se habían estado convirtiendo en una de “las mayores terratenientes del país”. Y así como el IESS ya no será -realmente nunca ha sido- cogobernada por representantes del Estado, de los trabajadores y de los empleadores, sino que será solo del Estado, anunció que debía reformarse el Issfa, la entidad de seguridad social de las Fuerzas Armadas, sin precisar cómo.
Enseguida introdujo el llamado de eliminación de la actual conscripción militar, para generar unidades de reservistas de entrenamiento continuo, lo que Suiza y otros países tienen con estructura profesional, pero que se han desviado hacia especies de milicias populares bajo gobiernos de prácticas totalitarias.
Y contra el direccionamiento que por años se ha venido dando de que la seguridad de quienes ejercen el poder y su entorno debía fortalecerse a partir de cuadros militares y policiales especializados, anunció la reforma al sistema de seguridad nacional, en base de personal no uniformado, por lo tanto sin dependencia de la línea de mando militar o policial. Rechazó que aquello significaría crear una guardia pretoriana, bajo mando político del entorno presidencial.
Y también se refirió a la investigación criminal en que la Fiscalía se apoya en la Policía Nacional, señalando que aquélla debe estar en civiles no uniformados.
En regímenes que se presentan como electivos, con evidencias de debilidades institucionales, sin efectiva separación de poderes, siempre han preocupado los entornos civiles armados alrededor del poder, fuera de la institucionalidad del Estado.
En cualquier democracia son temas trascendentes que ameritan debates participativos de civiles y militares.
¿ Será ésa la intención del presidente Correa? ¿O estamos ante decisiones ya tomadas, solo a instrumentarse cuando él lo instruya?