El 21 de diciembre, en el municipio de Tumaco fronterizo con Ecuador, fue abatido alias Guacho gracias al disparo de un francotirador, y luego su cuerpo inerte fue expuesto mediante una fotografía que mostraba el trofeo que necesitaban los presidentes de Colombia y Ecuador para remontar su baja de popularidad.
Pero también los dos hechos han causado un gran debate. El primero, porque Guacho valía más vivo que muerto por los datos que tenía sobre el narcotráfico y la penetración criminal en las instituciones públicas, los mercados y las sociedades de los dos países. Con su muerte se va a la tumba mucha información sensible. La Operación David fue ejecutada por Policía, Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Fiscalía colombianas y estaba destinada a abatir a Arizala, que tenía un círculo de seguridad de ocho personas. La asimetría era evidente y el resultado era previsible.
Y el segundo, porque la fotografía ha causado incredulidad, al extremo de que muchas personas no creen que sea Guacho y por lo tanto que haya sido abatido. Para el efecto cotejan la foto con otras difundidas por los medios de comunicación, encontrando incompatibilidad en el color de la piel, la ausencia del gran lunar que tenía en su mejilla derecha, la diferencia en la morfología de la nariz y hasta el uso de botas nuevas y limpias.
Tras Guacho estaban tres países: Estados Unidos, Colombia y Ecuador porque lo habían convertido en un elemento demasiado visible y personalizado, que hacía imprescindible su extinción. Pero también era necesaria su desaparición para los ocho grupos restantes que se disputan la zona, así como para los dos cárteles mexicanos (Sinaloa y Jalisco Nueva Generación), que requieren pacificarla para cultivar coca, procesar cocaína y transitarla y abastecerse de armas y precursores químicos sin apremio. Guacho era, sin duda, un problema que debía extirparse, porque la región se había calentado con sus acciones, lo cual perjudicaba a los mercados ilegales.
Con la muerte de Guacho cambia muy poco el área y prácticamente nada el narcotráfico. Lo que sí aparece es la paradoja de que todos se benefician con su desaparición, esto es: los tres Estados, los ocho grupos criminales y los dos carteles mexicanos, porque para los “buenos” desaparece un criminal que les restaba credibilidad y asolaba con violencia la zona, y para los “malos” se elimina un factor que perturbaba el negocio.
Ahora se habla del relevo de Guacho con la presencia de El Gringo, que era su brazo derecho, pero más da la impresión de que se trata de la construcción de un enemigo simbólico o simplemente una especulación periodística. El frente Oliver Sinisterra, del cual Guacho era su comandante, está muy golpeado en Colombia y en Ecuador. Por eso, con la muerte de Arizala nace el mito de Guacho, que fue sacrificado para que todos ganen.