Lo digo de frontón: si una mujer sin la formación adecuada o experiencia a llega a un puesto elevado y su gestión es deficiente, esto no apoya a la causa feminista. La perjudica. Y, su defensa a ciegas, a pesar de sus errores, no construye al feminismo; lo desbarata. Ojo, no me refiero a cuando se desacredita a mujeres por de serlo.
Yo no solo me considero feminista. He publicado, militado y actuado para promover la igualdad de oportunidades y derechos para las mujeres. También he apoyado en la lucha por los derechos civiles de las minorías, sean estos LGBTI, discapacitados, etc.
¿Quiere esto decir que tengo que celebrar que cualquier persona de una minoría llegue a un puesto de responsabilidades? Absoluta y rotundamente no.
Me encantaría que un indígena llegue a la Presidencia de la República, ¿pero cualquiera? ¿Solo por el hecho mismo de tener un indígena en la Presidencia? Jamás. Yo quiero que un indígena lo merezca, que cuente con las credenciales necesarias, que presente un plan de gobierno que ilusione y tenga sentido. Dicho de otra manera, ser feminista no significa apoyar a una mujer para la Presidencia solo por el hecho de ser mujer. Eso es ilógico e irresponsable.
Vamos más lejos. No importa que una persona venga de una minoría, una gestión deficiente es una gestión deficiente, y punto. No vamos a contenernos de enjuiciar a un corrupto solo porque sea gay, negro o mujer.
Por ejemplo, nuestro país tiene de sobra perfiles de mujeres excelentes, pero a la Presidencia de la Asamblea llegó una que no tenía título universitario, ni una experiencia significativa.
Cuando Rivadeneira, Aguiñaga y Alvarado controlaban la Asamblea, ¿fue un liderazgo positivo que demostró a los ecuatorianos el potencial de las mujeres? ¿Luego de este periodo, la mujer quedó mejor ante los ojos de la sociedad?
Parecería una reflexión baladí, pero no; es bastante relevante. Cuando a María Fernanda Espinosa o a la ex ministra de Salud, Verónica Espinosa, se les enjuició políticamente, ellas quisieron parapetarse detrás de la causa feminista, decir que se trataba de un ataque machista. Y lo sorprendente, poco importa el tremendo calibre de los indicios de pésima gestión e irregularidades que justificaban el juicio, el argumento “nos atacan por ser mujeres” funcionó. Terrible pero cierto. Grupos les apoyaron a ciegas, votos se cambiaron, y se terminó confundiendo lo que verdaderamente significa promover los derechos y la igualdad de las mujeres.
Pues bien, considero que feminismo implica lo contrario. Ser feminista no es alcahuetear, ni defender a pesar de todo. Ser feminista es aceptar y promover la fiscalización. Asegurar el reconocimiento de quienes lo merecen, no de personas que llegan por fallas del sistema a responsabilidades inmerecidas.
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