El favor de Snowden

Es posible que tranquilizadas las iras nacionalistas, soberanas y más liberadoras de los espíritus, que agitan el alma de muchas naciones afectadas por el fenómeno Snowden, se reconozca que el ex CIA aportó una importante dosis de transparencia a la geopolítica. El espionaje ha existido, existe y probablemente existirá y el reconocimiento a esta presencia histórica es lo que justifica medidas preventivas o disuasivas; de lo contrario esa técnica o arte llamado "contra espionaje" o "contra inteligencia" no existieran. Por eso hay que admitir que la persecución a esa indebida práctica de grandes naciones haya progresado y que algo habrá que agradecer a Assange y Snowen.

Durante el siglo XX, en vísperas y durante la Segunda Guerra mundial fue imprescindible descifrar sin permiso los códigos nazi y los japoneses; aun así, el "tora, tora, tora" llegó tarde y se incendió Pearl Harbor. Es verdad que importantes portaviones habían salido hacia alta mar, pero muchos ciudadanos y soldados de EE.UU. no alcanzaron a escapar de sus lechos ni cobijarse en sitio alguno.

Sostener que un ejército de ángeles integraba la CIA, el FBI o la KGB no es una apreciación ingenua sino idiota. Lo mismo se puede decir del servicio de inteligencia de Al Mossad al nacer el Estado de Israel y, más aún, cuando persiguió implacablemente a los asesinos de los atletas de la olimpiada de Múnich.

La tecnología se desarrolló durante las Guerra Fría hasta la extinción de la Unión Soviética. Luego siguió una relativa calma que explotó a los segundos que estallaron las Torres Gemelas el 11-S. En este escenario es que se produce lo de Assange y sus perforaciones tecnológicas y con mayor irradiación mundial los secretos del espía Edward Snowden que deben ser manjares estratégicos para fuerzas adversarias de Occidente. Además, se vulneró seriamente -en el supuesto caso de que no existiera coparticipación de los propios infiltrados- la confianza y seguridad de sus históricos aliados. La entrega o venta de los contenidos son de fino valor, sea sobre las cavernas de las actividades terroristas o de crímenes mundiales, incluso una forma efectiva de conocer la evolución de las sociedades más complejas del siglo XXI como las de Oriente Medio, la inescrutable China o la emergencia o explosión del África que sigue esperando.

La situación mundial luego de la información proporcionada o por venir de parte del espía ha cambiado. No bastan las disculpas y actos de contrición. Se requiere un nuevo acuerdo internacional que asegure la confianza, la transparencia y la vigencia auténtica de regímenes democráticos. Puede ser la hora de mutar el repudiado concepto de "la seguridad nacional" como pretexto para toda clase de tropelías al interior de los Estados Nacionales, por el de "seguridad mundial" que tenga una sola bandera que izar como es la lucha con el terrorismo, el narcotráfico y la masacre de los pueblos.

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