Columnista invitado
¡Que lejos hemos llegado! Somos el único país que puede convertir “reservada y confidencialmente” a un hacker refugiado, en un cuasi diplomático inmune hasta a la AH1N1.
¡Si no fuera por esta prensa horrible y chismosa que no puede guardar “secretos estratégicos” y lo arruina todo¡
Merecido lo tenía el “beneficiario”, que hasta hace poco decía de su nueva patria que era un país “intrascendente” en el concierto mundial, y ahora resulta ser su país estratégico para intentar burlar a la justicia internacional que quiere juzgarlo por ciertos “antecedentes” no muy gloriosos de su pasado, que se refieren a actuaciones que, si ya estuviera vigente la Ley de Violencia contra la Mujer, seguro que sería uno de los primeros “ecuatorianos” en ser juzgados “en territorio ecuatoriano de la Embajada del Ecuador, su nueva patria”.
Pero ¿porqué nos sorprende todo este show seudo diplomático, si ya nos estamos acostumbrando a hacer otros papelones apasionantes? ¿O ya se olvidaron de la valija diplomática que llevaba muestras de artesanía que de haber llegado a destino hubieran hecho realidad muchos narco sueños, pero terminó convirtiéndose en una narco-diplo-pesadilla?
¿Porqué nos sorprende todo esto de un país que tuvo un Jefe de la Diplomacia que podía presentar alguno de sus muchos pasaportes, dependiendo de qué nacionalidad quería ejercitar, cual Fujimori?
Demasiado lejos hemos llegado por falta de profesionalismo y sentido de ética básicos en diplomacia, otrora brillante y respetada por nombres y trayectorias como los Barrera Valverde, Ayala Lasso, Cordovez Zeggers, Lucio Paredes, Fernández de Córdova, por mencionar unos pocos. Es su culpa Lenín, por nombrar gente carente de capacitación profesional y experiencia, y por poner al frente de la cara visible del país en el mundo a gente que privilegia el dogma por sobre el valor, la ética y la historia de su verdadera “llacta”. Es hora de exigir rectificaciones, pues sinó continuaremos haciendo de nuestra faz pública internacional el tinglado de pasiones y desaciertos que al momento de la negociación de un tratado de libre comercio, o de inversiones, o de derechos humanos, pesarán de manera tan negativa, pues quienes negociarán con nosotros en el plano internacional siempre tendrán en su pensamiento la seguridad de que, al igual que en el caso Assange, la actual diplomacia ecuatoriana ha mostrado ser capaz de “todo-vale” y no se detiene ante nada con tal de sacar adelante cualquier tontería ideológica, coyuntural u oportunista. Es hora de pedir más renuncias, pues el riesgo es que la acumulación tozuda de yerros termine gestando el panorama de que alguien comience a pedir la suya.
‘So far, so long, Mr. President.’