El fantasma del Central

El último año fue muy especial para la adolescencia y juventud del Ecuador. Varios hechos incrementaron su consciencia ciudadana y una actitud más crítica frente a la realidad nacional.

Sin duda el anuncio del fin del proyecto Yasuní y de la inminente explotación de este territorio megadiverso, fue uno de los que mayor impacto tuvo en amplios sectores juveniles altamente sensibilizados con la relación armónica con la naturaleza y los animales.

Muchos jóvenes asumieron la decisión gubernamental como una traición. El desencanto y la indignación se hicieron presentes en las calles. La represión intentó acallar su voz sin conseguirlo.

Mas, de manera inteligente los jóvenes pasaron de la protesta a la propuesta. Hoy recogen firmas para que la población se pronuncie en una consulta popular sobre el destino de este territorio abriendo rutas para que todos nos comprometamos con un nuevo modelo de vida.

En estos días de campaña motivaron para que los candidatos firmen por el Yasuní. ¿Cuántos lo hicieron? Otro acontecimiento traumático que devino en la desmovilización total del movimiento estudiantil secundario fue la represión y sanción exagerada a los estudiantes del Colegio Central Técnico, que justamente estos días recuerdan un año de aquella acción callejera que trajo tanta secuela de dolor a los chicos sancionados y a sus familias, gran parte de ellas pobres.

Hace pocas horas, una veintena de ellos, junto a sus padres, venciendo el miedo, se autoconvocaron a través de la redes sociales para públicamente reclamar por la injusticia que sufren, así como para remecer nuestra consciencia y la de las autoridades para que un hecho como este no vuelva a repetirse y, sobre todo, para hacer patente su demanda para que el derecho a la expresión y a la movilización se cumplan.

Aquí algunos testimonios recogidos por la prensa (Diario La Hora, 21/02/2014): "Carlos (nombre protegido) es uno de los jóvenes al que le obligaron a cambiarse de colegio.

Lo mandaron a uno del extremo sur de Quito, aunque él vive en el extremo norte… Durante todo este tiempo asegura que no se ha adaptado al nuevo colegio... "Todos los problemas de conducta que se producían en ese colegio me achacaban a mí.

Yo pasé seis años en el Central y acá soy discriminado. Fue muy cruel lo que hicieron", asegura el joven".

Otro testimonio: la madre de uno de los chicos dijo que nadie probó que su hijo haya estado en la manifestación y que el cambio de colegio le ocasionó depresión y bajo rendimiento: "Hasta ahora no quiere irse, yo tengo que rogarle, a veces a las buenas, a veces a las malas, e incluso yo misma tengo que irle a dejar", dice la señora".

Los fantasmas del Yasuní y del Central Técnico pasarán la factura a sus creadores. ¿Tendrán la capacidad de reconocer y enmendar los errores? Es buena la oportunidad.

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