Uno de los principales agravantes de nuestra mala nutrición proviene del consumo excesivo de azúcar. Los riesgos que aumenta esta anomalía son muy graves: hipertensión arterial, enfermedad cardiovascular, caries, obesidad, cáncer de colon, diabetes, Alzhéimer.
El exceso de azúcar en nuestra dieta se ha ido agravando con el tiempo. Hace medio siglo no era un problema, porque además teníamos más actividad física. Pero aunque no consideremos esa diferencia en cuanto a ejercicio, las cifras son elocuentes. En América Latina y el Caribe, en promedio, en 1961 cada persona consumía 36,2 kilos de azúcar al año; 50 años después, en 2011, cada persona consume 43,2 kilos de azúcar al año, según la FAO de Naciones Unidas. Un aumento de siete kilogramos de azúcar por persona.
En cuanto a ingerir un exceso de grasa en la alimentación, los efectos son: sobrepeso, estreñimiento, obesidad (que, a su vez, aumenta el colesterol y la presión arterial, volviéndonos propensos al accidente cardiovascular) y el aumento del riesgo de contraer ciertas enfermedades crónicas incurables, como la arterioesclerosis y algunos tipos de cáncer.
En este caso, las estadísticas muestran un panorama peor. En América Latina y el Caribe, en promedio, en 1961 cada persona consumía 48,1 kilos de grasa al año; 50 años después, en 2011, cada persona consume 94,3 kilos de grasa al año. Casi el doble. ¡En Ecuador, pasamosde46,3 a 103,1 kilos de grasa por habitante en el mismo período! Aquí no se trata de una adición al menú (más dulces, en el caso del azúcar), sino de un cambio radical de dieta, al aumentar grasas en sustitución de una cantidad de frutas, verduras y cereales.
La reciente decisión británica de imponer un tributo adicional al azúcar, en concreto a las gaseosas que ellos llaman ‘soft drinks’, desató una ola de reclamos de las corporaciones afectadas (ver el artículo de Alex Renton, The sugar tax is a great idea, The Guardian). Pero las razones del Gobierno británico son, literalmente, de peso. Al sistema británico le cuesta casi USD 20 mil millones al año el tratamiento de la obesidad y la diabetes. Sin duda, esta medida no cambiará el panorama de la noche a la mañana. Es apenas una amenaza previa, pues la medida se pondrá en vigencia en 2018. Esto dará tiempo a las empresas a sustituir el azúcar en sus productos con endulzantes no calóricos. Pero la derecha británica, como defensora de esas corporaciones, ya ha amenazado con salir en defensa de la “libre empresa” en el Parlamento y ha formado un movimiento político llamado El pueblo contra el impuesto al azúcar.
Ecuador acaba de anunciar una medida similar y la respuesta no se ha hecho esperar: en las redes sociales, alguien ha protestado contra el impuesto porque los mayores consumidores de gaseosas azucaradas “son los inocentes niños”. Precisamente por eso, la medida es imperativa.