En mayo y junio, las madres y los padres fueron objeto de demostraciones de afecto. Sus hijos, esposas, esposos y nietos, estuvieron reunidos con ellos pues en nuestro Ecuador, felizmente, subsiste la familia como entidad unida no solo en lo afectivo, sino también en apoyo mutuo.
Es antigua la anécdota literaria de que un niño que estaba por nacer le dijo a Dios: no me envíes a ese mundo, porque hay mucha maldad.
Dios le respondió: no tengas miedo, porque junto a ti voy a poner un ángel que te cuide. Ese ángel es tu madre.
En cuanto al padre, es interesante recordar lo que se lee en una hoja volante que aparece por doquier, respecto al entendimiento del hijo, bajo el título: “Padre.- Siete verdades de tu hijo”. De acuerdo a cada edad: de 7 años, papá es un sabio, todo lo sabe. De 14 años: me parece que papá se equivoca en algunas cosas que dice. Al arribar a los 20 años, ya en plenitud, estima: papá está un poco atrasado, no es de esta época, decididamente está obsoleto.
Cuando llega a los 30 años y comienza a producir por su cuenta, razona: no sé si consultarle al viejo; talvez pudiera aconsejarme. Y a los 45 años de edad, lamenta: lástima que haya muerto el viejo; la verdad, era un clarividente. El hijo ya de 60 años acude a su recuerdo y expresa: pobre papá… era un sabio, lástima que lo comprendí muy tarde.
En las reuniones familiares de mayo y junio, a pesar de la unidad familiar que afortunadamente subsiste, comienza a aparecer un elemento negativo: la discusión política que ahora adquiere perfiles peligrosos, inclusive de agresión verbal entre hermanos.
Están sembrando en el país malas semillas de enojo, rivalidad, distanciamiento; y, en algunos casos, hasta de irrespeto al padre y a la madre, todo por la política.
Al poner en riesgo el tesoro de la unidad familiar, no advierten que de la pugna política el ecuatoriano común no obtiene nada positivo. Que la política, a la manera como se la ejerce, es sobre todo un medio y un camino para arribar al poder. Que los de abajo trabajamos igual, con un Gobierno o con otro; pagamos más impuestos para que los elegidos al poder lo administren a su criterio, sin mayor beneficio para las que llaman las “grandes mayorías”; el “pueblo soberano”; y varias denominaciones que se utilizan para halagar a los de la masa votante.
Ojalá la oposición comprenda que si no se reúne en un solo cuerpo, no podrá tener éxito, pues dividida y subdividida no constituye fuerza determinante.
Por ello, los del poder hacen esfuerzos por fabricar un “enemigo” que no existe –la prensa- que solo cumple su deber a pesar de insultos y amenazas.
Una “democracia” que se reduce a sufragar ocasionalmente, no es apetecible; menos, si al votante intentan negarle hasta su derecho a la libre expresión, como se esmeran hoy los que están en el mando.