El precio del petróleo baja y el gobierno gasta sin control. Hace gala de dispendio de los recursos públicos en campañas publicitarias que buscan ensalzar la figura del Presidente. El gasto corriente es el pan nuestro de cada día de los burócratas asignados en Carondelet. Aquella frase tan trillada de dirigentes comunistas de los años 70 (admirados por los socialistas del siglo XXI), de que “no se ha sembrado el petróleo”, se ajusta perfectamente a nuestra realidad.
Como los gobernantes continúan gastando como ricos y los ingresos del fisco llegan como nación pobre, los señores del Servicio de Rentas Internas decidieron atacar a quienes pagan sus impuestos, olvidándose de aquellos que los evaden. Expiden normas para exprimir a quienes cancelan sus tributos. No hay políticas para incentivar la inversión privada, nacional o extranjera. Todo lo contrario, hacen declaraciones para ahuyentarla.
Quienes cumplen sus obligaciones tributarias viven en zozobra al no haber seguridad jurídica sobre lo que pasará, impositivamente hablando, el mes siguiente. No existe política para aumentar el número de personas que paguen los tributos. Los únicos nuevos contribuyentes al erario nacional son algunos de los actuales funcionarios públicos, que antes de subirse a la locomotora del poder, no trabajaban y, por ende, usufructuaban de la sociedad ecuatoriana.
El objetivo es obtener, en lunfardo, más “guita”. Por ello, el SRI ataca a los profesionales: la retención en la fuente que debe realizar la persona que solicita el servicio, será del 10% sobre el valor de la planilla de honorarios. Antes era del 8%. Es decir, el profesional recibe menos dinero, y el fisco se beneficia con más “cushqui”. Según cálculos del SRI, el gobierno tendrá cuatro millones de dólares más al año, para uso de la casa presidencial. El costo: la iliquidez de miles de profesionales que verán disminuidos sus ingresos, en muchos casos, escasos.
Si el fisco requiere más ingresos, los gobernantes deben analizar por qué se están reduciendo. Aparte del tema del precio del petróleo, que es un asunto ajeno a la voluntad omnímoda del economista Correa, hay que ver qué ocurre en Ecuador. Tendrían que preguntarse por qué no hay inversión; por qué no hay reactivación del aparato productivo; por qué se han reducido los ingresos en muchísimos hogares; por qué se ha incrementado el número de desempleados; por qué las más importantes empresas en el mundo no llegan al país; por qué aumenta la gente que percibe el bono de la pobreza.
No es solo exprimir a quienes cumplen sus obligaciones tributarias. Es cuestión de tener políticas claras y de largo plazo para que el país genere riqueza; aumente la gente empleada; y, los impuestos los paguen el mayor número de ciudadanos, y no solo los mismos de siempre.