Una investigación de EL COMERCIO, publicada con base en datos oficiales, determinó que una parte de los automóviles reportados como robados se va del país.
La ‘exportación’ clandestina e ilegal se hace especialmente a los países fronterizos, Colombia y Perú, pero muchos de los automotores llegan a otros destinos como Venezuela e incluso Bolivia.
El tema es vox pópuli hace más de una década. Una Ministra influyente de un Gobierno anterior refirió un caso: a su hermano le robaron el vehículo 4 x 4. Altos oficiales de la Policía de ese entonces le supieron explicar que ese tipo de autos terminaban en países de la ex-Cortina de Hierro, enviados en barcos desde Sudamérica y como ‘canjes’ subrepticios con armas para los grupos irregulares armados, como la guerrilla colombiana.
En nuestro continente era común la anécdota del bajo precio de los autos en Paraguay; era otro secreto a voces que muchos de esos autos que se conseguían a precios irrisorios provenían de Brasil por la puerta falsa.
El reporte de automóviles robados en el país es alto. Pese a que los seguros de vehículos y los dispositivos satelitales son cada vez más comunes, muchas de las denuncias caen en el vacío.
Hace falta reforzar los equipos de seguridad, redoblar la vigilancia fronteriza, un acondicionamiento de dispositivos de alta tecnología para identificar placas, códigos, y números de motor y hacerlos invulnerables para evitar que este jugoso negocio ilícito prospere.