Expansión de la prensa

De los años veinte a los sesenta del siglo XX se acentuó el crecimiento urbano y se incorporaron varias innovaciones técnicas a la vida social. Con el aumento de la población y el alfabetismo se amplió la esfera de los lectores y, pese a la recesión, hubo cierto aumento de la publicidad comercial.

En este marco se consolidó definitivamente el diarismo en todo el país. En las ciudades principales se redujo el número de diarios, pero estos se institucionalizaron y se mantuvieron en circulación por largas temporadas.

En Guayaquil se fundó en 1921 "El Universo", que con "El Telégrafo" fueron los ejes de la prensa del puerto. "La Nación" fue editada allí en algunas épocas. En Quito, "EL COMERCIO" compartió el espacio con "El Día" (1913) y luego "El Sol" (1951) y el "Diario del Ecuador" (1955).

En Cuenca aparecieron "El Mercurio" (1924) y "El Tiempo" (1955).

A mediados del siglo XX, en la mayoría de las capitales del país existían ya uno y hasta dos diarios, buena parte de los cuales se editan hasta hoy. Se fue consolidando un esquema de la prensa, en que la de Quito y Guayaquil se consideraba "nacional", aunque su influencia se diversificaba regionalmente.

Los diarios nacionales se imprimían en gran formato. Se empezó a dividirlos en "secciones" (política, nacional, internacionales, economía, cultura, etc.). Con la introducción del teletipo en los años cincuenta fue posible recibir hora por hora los despachos de la UPI.

Luego de algún tiempo, se contrataron otras agencias como Reuter o France Press. Se sistematizó la información sobre farmacias de turno, cines y otros servicios. También se insertaban "amenidades", tiras cómicas y crucigramas de origen extranjero.

Se comenzó a publicar regularmente crónicas deportivas, aunque su auge vendría después. Una o dos páginas se dedicaban para el editorial y las "columnas" de opinión. Ahí mismo se imprimían las caricaturas y "cartas de los lectores".

Cuando crecieron los anuncios pequeños se institucionalizaron las páginas de "clasificados".

El aumento del número de páginas y ejemplares fue imponiendo el abandono de las prensas planas por la "rotativa", que trajo la necesidad de importar el papel en "bobinas".

El linotipo fue una compleja y cara innovación que permitió acelerar el "armado" de los periódicos, pero hacía tragar plomo a los operadores.

Con el crecimiento de los diarios, de sus ediciones y sus instalaciones, crecieron también las empresas que los publicaban. Estas eran, en su mayoría, de restringida propiedad familiar. En algunos casos, la misma empresa o familia poseía un segundo periódico, que podía ser vespertino.

Los periódicos se embarcaron en costosas campañas de publicidad e imagen. El Telégrafo, por ejemplo, adquirió un famoso avión que llevaba su nombre. De eso se cumplirá un siglo dentro de unos años.

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