Lo que hasta hace unos meses no era más que una tétrica y sombría suposición, hoy es una realidad. Es insostenible vivir en Venezuela. La hiperinflación, la escasez de alimentos y medicinas, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios y el aumento de la inseguridad, ha hecho que miles de venezolanos salgan de su país.
De acuerdo a la última estimación del Fondo Monetario Internacional (FMI), la inflación en Venezuela llegará a fines de este año al 1’ 000.000%. Con ello, el dinero simplemente no tendrá ningún valor y dejará de ser un medio de pago. El salario mínimo no alcanza para nada. Este es de 5´196.000 bolívares, lo que equivale a USD 1,5. A más de ello, los niveles de inseguridad se han disparado. El índice de homicidios es de 85 por 100 mil habitantes.
Estos y otros factores han acelerado el éxodo de venezolanos al exterior. Las Naciones Unidas estiman que en los últimos meses han salido de Venezuela cerca de 2,3 millones de personas. La diáspora se ha repartido en varios países, mayormente en los de América Latina. De acuerdo a la Organización Mundial para las Migraciones (OIM), actualmente hay 600 mil residentes en Colombia, 290 mil en Estados Unidos, 208 mil en España, 199 mil en Chile, 57 mil en Argentina, 49 mil en Italia, 39 mil en Ecuador, 26 mil en Perú… Sin embargo, las cifras de personas que están en situación irregular es mucho mayor. Esto ha llevado a presumir que actualmente haya en Colombia 1 millón de venezolanos y en Ecuador 250 mil. Es decir, no todos los que pasan van a Perú, Chile o Argentina.
La emigración irá en aumento a medida de que se agudice la situación de Venezuela. ha tomado dimensiones de una real crisis humanitaria. Posiblemente nunca antes vista en América Latina. De ahí que los países de la región estén tomando medidas preventivas para ayudar y regular el ingreso de venezolanos. Chile exige visa, pasaporte válido por al menos 18 meses y pasado judicial apostillado. Ecuador, desde el pasado sábado, pasaporte. Perú, la misma medida, pero desde el próximo fin de semana.
Es cierto que la exigencia de visa o de pasaporte no es la mejor solución. No obstante, los gobiernos de la región tienen que hacer algo. La presencia masiva de venezolanos comienza a generar molestia y brotes de xenofobia derivados de casos de delincuencia común (un ejemplo es el de Paracaima, ciudad fronteriza de Brasil con Venezuela), desplazamiento de la fuerza laboral e incluso por la actitud de ciertos emigrantes. En Ecuador, algunos no han querido ir a los albergues porque “no se ajustan a sus expectativas”. Mientras tanto, hay ciudadanos ecuatorianos que están completamente marginados, sin ningún tipo de ayuda.
La salida del poder de Nicolás Maduro y la celebración de nuevas elecciones son imperiosas en Venezuela. El Ecuador debería tomar la iniciativa a través de Cancillería. No solo que es urgente, sino necesario.