El 15 de agosto, el Gobierno nacional decidió declarar el estado de excepción para centralizar la información en torno al volcán Cotopaxi.
El alcalde Quito, Mauricio Rodas, decidió adoptar la emergencia en el Distrito Metropolitano, para facilitar las tareas preventivas ante cualquier eventualidad que pueda derivarse de una potencial erupción en las zonas del distrito que se consideran en posible riesgo.
Una medida y otra tienen asidero y lógica pero, desde luego, ámbitos distintos.
Para el caso del estado de excepción, la norma constitucional abarca dos ideas centrales que lo fundamentan: la calamidad pública y el desastre natural. El Régimen decidió que dicho estado se extienda a todo el territorio nacional ( también pudo limitarse a las provincias con riesgos potenciales de ceniza y lahares) y a un tema delicado: una única información oficial.
Se entienden los temores de evitar un manejo irresponsable de rumores y supuestas noticias que pudieran causar pánico. Tal vez el mismo día de la declaratoria del estado de excepción se experimentó un imprudente desliz, que llevó a evacuar algunas zonas y ciudades en la provincia del Cotopaxi, sin sustento científico ninguno.
Sin embargo, cabe recalcar que la ciudadanía demanda y merece información suficiente, de calidad, de rigor y sustento científico y parece que esa respuesta no ha sido ni abundante ni ha satisfecho las ávidas expectativas de los ciudadanos.
Con el soporte técnico de un organismo científico de probada entrega al trabajo, claridad conceptual, rigor académico y probada honradez y espíritu cívico, como el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, todos estamos garantizados. Quizá el Gobierno nacional debiera hacer más frecuentes sus boletines, que, como dijo el Presidente, son públicos y, con ese bagaje de información, dar la cara en forma más frecuente en los medios de comunicación, no solo gubernamentales sino en los medios privados e independientes que gozan de la estima y credibilidad ciudadana.
Solo de ese modo la información oportuna y abundante puede cumplir un objetivo nacional de altura y jugar un papel fundamental para hacer frente a eventuales riesgos y desafíos.
Tal vez el portavoz deba hacerse presente con frecuencia. Ya van casi dos semanas de requerimientos de entrevistas en Radio Quito y Platinum FM, que no se atienden.
Es quizá otro mecanismo para comunicar sin afán propagandístico, sino cívico y ciudadano, y aprovechar la cantidad de medios gubernamentales, pagados con recursos públicos, en verdaderas campañas de prevención, instructivos para actuar en emergencias y creación de cultura cívica, igualmente sustituir la abundante y atiborrada propaganda oficial con mensajes positivos.
Por eso, con la declaratoria de emergencia, esfuerzos como los del Municipio de Quito, los simulacros, la instalación de alarmas para alertas tempranas y la preparación ciudadana son un camino correcto.