Este 12 de septiembre termina el plazo permitido para que el Gobierno nacional mantenga el “estado de excepción”, aplicado desde hace varios meses como medio para neutralizar la expansión del covid-19 en Ecuador.
Aunque existe la necesidad de volver a la normalidad y, con ello, reactivar la economía, devastada en estos meses de pandemia, hay también el temor de que pueda presentarse una segunda ola de contagio.
En el caso de la gripe española, la cual golpeó al mundo en 1918, dejando cerca de 50 millones de personas fallecidas, fue la segunda ola del virus la que causó mayor impacto. Si tomamos en cuenta además que la vacuna tardará todavía algunos meses en llegar a América Latina, el riesgo es latente.
Más allá de las restricciones que se puedan aplicar desde las instancias nacionales y locales para controlar la propagación del covid, buena parte de la responsabilidad recae en el ciudadano. En el caso de la ciudad de Quito, el cambio de semáforo y el relajamiento de las medidas de distanciamiento social llevó a que se expanda exponencialmente el virus durante julio. Me refiero a las aglomeraciones en espacios públicos, informalidad, fiestas clandestinas, etc.
El problema entonces reside en que muchas de las medidas de control que se han dispuesto no han sido acatadas por amplios sectores de la población. Por ello veo con preocupación el término del estado de excepción.
Aún el 90% de la población en la ciudad de Quito es susceptible de contagiarse. Por ello, en casos de mayor movilidad de la población, lo cual sucederá a partir del 13 de septiembre, los episodios de covid-19 aumentarán sustancialmente.
En estas circunstancias, el Gobierno del presidente Moreno y el COE Nacional deberían monitorear minuciosamente cómo evoluciona el tema sanitario y coordinar estrechamente con los municipios del país la aplicación de ordenanzas y de disposiciones que tienen que ver con los siguientes aspectos: 1. Circulación vehicular; 2. Prohibición de venta de bebidas alcohólicas; 3. Restricción de espectáculos públicos, centros de diversión, discotecas, etc; 4. Estricta regulación del transporte público interprovincial, intraprovincial e intracantonal; 5. Horario de funcionamiento de locales comerciales, restaurantes, etc.
Sin embargo, esto no debería ser motivo para frenar la reactivación económica. Anthony Fauci, principal experto en enfermedades infecciosas de Estados Unidos, ha mencionado que se debe buscar un equilibrio adecuado entre la normalización de las actividades y el cuidado de salud.
Mientras no exista una vacuna, ese equilibrio entre reactivación económica y cuidado de la salud es clave. No hay recetas probadas. Por ello, a las restricciones y normativas vigentes deberían sumarse campañas de sensibilización (mascarilla, distanciamiento social y lavado de manos) y medidas novedosas que puedan aplicar, con buen criterio, las autoridades nacionales y locales.