La decisión del primer ministro británico, David Cameron, ha caído como un balde de agua de fría. Tras largas e intensas negociaciones entre los 27 países que forman la Unión Europea, solo el Reino Unido decidió no apoyar el pacto para salvar el euro consistente en la adopción de medidas fiscales y de coordinación económica.
Cameron, tras la cumbre de Bruselas, aseguró a la prensa que las condiciones del acuerdo eran “inaceptables” y agregó que está“contento de no estar en el euro”, una moneda común a la que su país “nunca” se va a unir.
Luego de este traspié, el cual no fue del todo meditado, surgen varias inquietudes: ¿debe tomarse esta postura como un asunto coyuntural y que no afectará a la unidad de la Unión Europea? ¿Debemos hablar no de una de Europa de dos velocidades sino de una Europa sin el Reino Unido?
Aunque es muy prematuro emitir un criterio, la decisión del Primer Ministro británico seguramente tendrá consecuencias. Uno de los primeros efectos será el alejamiento de Europa y la pérdida de influencia en aspectos de vital importancia para el Reino Unido.
Para el presidente del Euro Grupo, Jean-Claude Juncker, la postura de Londres fue un gran error. “Si quieren jugar un papel central en Europa tienen que formar parte de las políticas comunes que estamos desarrollando”, señaló. “Un país que no es parte del proceso político sale perdiendo”, añadió. Como puede verse, el Reino Unido se verá visiblemente afectado en las decisiones que la Unión Europea tome en lo político, económico y monetario. Esto implicará ceder espacio al liderazgo que Alemania y Francia han asumido durante el último tiempo.
De igual modo, aseverar que Londres está“contento de no estar en el euro y de que esa moneda común nunca va a ser adoptada por su país”, implica una posición de rechazo y no aceptación de los motivos que originariamente llevaron a conformar la Unión Europea. Nuevamente los intereses de un país han prevalecido sobre los intereses del resto de miembros. Esto contrasta con la posición de Dinamarca que, pese a no tener el euro como moneda oficial, se ha plegado a la mayoría.
Las medidas adoptadas la semana pasada en Bruselas son un paso para la implementación del fondo financiero de rescate permanente (Mecanismo Europeo de Estabilidad, MEDE) que actualmente es de 500 mil millones de euros. El no apoyo de Londres limitará sin duda un eventual acceso a estos recursos.
El Reino Unido tiene un gran dilema. Seguir privilegiando sus intereses o los de Europa. Difícil decisión cuando prácticamente se ha quedado excluida y todavía no hay signos de solución a la crisis financiera internacional.