No es casual que Grecia y ahora Italia no hayan encontrado mejor solución a sus problemas políticos y económicos que encargar el poder a dos tecnócratas con altas credenciales. Lucas Papademos ha pasado por Harvard, la Universidad de Frankfurt y por supuesto el Instituto Tecnológico de Massachussetts –MIT-. Mario Monti no se queda atrás.
Además de haber estudiado en la Universidad Bocconi en Milán, también lo hizo en Yale nada menos que con James Tobin (el que propuso un impuesto global a las transacciones financieras). Todo parece indicar que –en tiempos de crisis- ningún político serio o no tan serio quiere tomar las riendas de sus respectivos países y mucho menos ser los líderes de un pacto social amplio, que es lo que se necesita realmente para salir de la crisis.
Papademos y Monti no buscaron el poder, el poder los buscó a ellos. Ellos pusieron la condición de que si la clase política no asume responsabilidades y pone el hombro para tomar medidas difíciles, no tienen problema en irse a su casa. Papademos hasta ahora ha logrado lo imposible: que la izquierda y la derecha trabajen juntas y aprueben juntas las medidas que hay que tomar. Monti ya logró el voto de confianza del Senado y podrá lograr aún más con una economía al borde la quiebra tras el festín bunga bunga de Silvio Berlusconi.
Estas salidas políticas son un avance importante. No porque hayan escogido líderes tecnocráticos, sino porque ellos no están interesados en el poder y eso ofrece un aire fresco a una política que estaba dedicada a consolidar privilegios. Ningún país ha logrado salir de la crisis y estabilizar su economía en el largo plazo sin un pacto social de por medio y acuerdos sociales sustantivos. ¿Pero lograrán sacar a sus respectivos países de la crisis? Me parece que la respuesta es no.
Europa está obstinadamente instalada en una mentalidad pre-1929. Ha creado un nuevo patrón oro, que ahora se llama euro. Y éste se ha convertido en una camisa de fuerza que, en lugar de ser un medio para generar bienestar desarrollo para los ciudadanos, se ha convertido en un fin en sí mismo. Los perfiles de Papademos y Monti solo confirman la ideología del momento y esperan llegar hasta el fin con su plan de ajustes extremos, en lugar de pensar por fuera de la caja. Seguramente desde hoy el Partido Popular hará lo mismo con España.
La verdad es que deberían todos leer La Gran Transformación de Karl Polanyi y entender otra vez cómo esa ideología de patrones oro y ortodoxias terminó generando pobreza y desolación en la Europa de los años 20. Esa misma crisis que hizo posible y hasta deseable el fascismo y el comunismo stalinista. Ni siquiera quieren ver experiencias cercanas como Noruega y Suecia que han mantenido sus economías a flote, con un generoso gasto social y sin ajustes espeluznantes. Parece que no quieren aprender de su propia historia y están empeñados en repetirla.