¿Qué hacer con la estatua de Néstor Kirchner?

Al expediente judicial que en la Argentina se escribe sobre la familia Kirchner y sus colaboradores más cercanos, se agregan nuevos folios, cada uno más escandaloso que otro.

El más reciente episodio -que, con absoluta certeza, no será el último- salió a la luz gracias a la investigación que el periodista Jorge Lanata presentó el pasado domingo en el programa Periodismo Para Todos.

El informe denunció transferencias al exterior por USD 500 millones a través de sociedades atribuidas a Lázaro Báez, el contratista favorito de los esposos Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, y otras personas con nexos con la pareja que gobernó la Argentina entre el 2003 y el 2015.

Como consecuencia de los hechos señalados, el fiscal federal argentino Guillermo Marijuan ha planteado que la exmandataria sea convocada a rendir declaración indagatoria y que se le impida salir de la Argentina. Peor aún para Cristina: Marijuan ha adelantado que con esas decisiones, ha dejado a la viuda de Néstor Kirchner "al borde de la detención".

El magistrado federal Sebastián Casanello deberá pronunciarse sobre la solicitud del fiscal federal, quien ha puesto otra vez el dedo sobre la llaga de la fuente de corrupción que ha sido el kirchnerismo.

Con estos antecedentes y vergonzosos capítulos que la familia Kirchner ha escrito y sigue escribiendo, parece ya pertinente lanzar esta pregunta: ¿Es hora ya de que se decida qué hacer con la estatua de Kirchner que se levanta en la sede de la Unasur, en la Mitad del Mundo?

Una pregunta así cobra mucho sentido porque -para establecer un paralelo- sería intolerable que hubiera una de Al Capone en el acceso al Departamento del Tesoro de EE.UU. o en The Field Museum de Chicago. U otras de Vladimiro Montesinos y de Alberto Fujimori, en las afueras del Palacio de Pizarro, en Lima. O una del capo Pablo Escobar en la Plaza de Bolívar de Bogotá o en una estación del funcional Metro de Medellín.

En esta época de consultas, no estaría demás preguntar a los ecuatorianos sobre el caso. O quizá se aguarda el tiempo adecuado para que la estatua de marras se convierta en una de las principales piezas de algún futuro ‘museo de la corrupción’ y de la devergüenza. Un museo en el cual posiblemente el espacio resulte pequeño y en el que no debiera faltar, como parte de la muestra, el ya famoso 'proceso 8000' en Colombia y otros casos escandalosos que se seguirán destapando en los próximos días y semanas...

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