Es difícil determinar con certeza las causas y la profundidad de ese florecimiento del fervor religioso. Quizás contribuyan factores personales, como su edad, nació en 1931, la educación recibida por los jesuitas y, tal vez, lo estén inquietando los cadáveres o tal vez los espíritus, de todas esas personas que mandó a morir en el paredón.
Esa visita a Italia y la llegada del presidente francés François Hollande a La Habana coinciden con las negociaciones para la normalización de las relaciones con EE.UU. Lo que vemos apenas son los signos más visibles de un proceso en el que intervienen muchos actores, algunos en forma más abierta que otros, para encontrarle una salida al régimen comunista cubano.
El presidente Obama definió el objetivo de esa estrategia en su discurso del 17 de diciembre. Básicamente, reconoció el fracaso de la estrategia aplicada durante décadas, de separar a Cuba.
Además, continuó, esa política aisló a EE.UU. de sus socios en la región y fuera de ella, limitando su capacidad para influir en los procesos dentro del Hemisferio Occidental y el empleo de todos los instrumentos de que disponía para promover un cambio positivo en Cuba. Y agregó: “Aunque esa política ha tenido sus raíces en las mejores intenciones, ha tenido pocos resultados. Hoy, como en 1961, Cuba es gobernada por los Castro y el Partido Comunista”.
Para Obama, no sirve al interés de EE.UU. ni al del pueblo cubano continuar empujando a la Isla hacia el colapso. La experiencia enseña que es mejor alentar y apoyar las reformas internas, en lugar de imponer desde afuera políticas que pueden terminar convirtiendo a un país en un Estado fallido. Esta es una de las lecciones impartidas por los acontecimientos en África del Norte y en Oriente Medio en los últimos años.
La aproximación entre La Habana y Washington ha tomado su tiempo. En el año 2000, Clinton y Fidel Castro se dieron la mano y tuvieron una breve conversación en ocasión de la sesión de la Asamblea General de la ONU. Durante el sepelio de Nelson Mandela, en diciembre del 2013, Obama saludó a Castro.
En noviembre del 2013 Obama declaró: “Hay que tener en cuenta que cuando Castro llegó al poder yo recién había nacido, por lo que no tiene sentido la noción de que las mismas políticas que implementamos en 1961 serían de algún modo tan efectivas en la era de Internet, Google y los viajes mundiales”.
El mundo cambia rápidamente y no precisamente a favor de la cruel gerontocracia que gobierna Cuba. Esta depende de la beneficencia de otros países (incluyendo la de Uruguay). Su principal protector, la URSS, desapareció hace décadas. Su sucesor, Venezuela, se halla en medio de una difícil crisis. La otra única dictadura comunista tradicional que persiste es Corea del Norte y no es un ejemplo para nadie.
La economía cubana continúa respirando, aunque con mucho esfuerzo, gracias (el colmo de la ironía histórica) al oxígeno que le suministran las remesas que envían a sus compatriotas en la Isla los exiliados en EE.UU.