A la espera de inversiones
El incremento de la inversión extranjera directa ha sido y es una de las debilidades del país. Los datos oficiales hablan de que en los últimos cinco años el Ecuador recibió -cada año- entre USD 560 millones y 750 millones, con excepción del 2015 cuando la cifra saltó a casi USD 1 320 millones por recursos que llegaron, en especial para la minería.
Los números ecuatorianos son bajos en comparación con vecinos como Perú (USD casi USD 6 800 millones en el 2016) o Colombia (13 000 millones ese mismo año), muy conectados los dos con otros países y regiones en materia comercial.
Eso lo saben las autoridades, los empresarios y los analistas. Elevar esos indicadores es una tarea en la que el actual gobierno está decidido. Y para eso se ha desplegado una estrategia oficial bastante ambiciosa que incluye visitas del Ministro de Comercio Exterior a unos 15 países, presentaciones de un catálogo de inversiones y contactos con casi medio millar de empresas en EE.UU., así como en países de Europa y Asia.
A lo anterior se suma un instrumento jurídico: el proyecto de ley de atracción de inversiones y generación de empleo, que está por enviarse a la Asamblea con el carácter de urgente y que, para algunos, sería ‘parte’ del plan económico del gobierno, tan esperado desde hace ya diez meses.
Es un plan con altas expectativas: se espera que USD 15 000 millones ingresen al país como inversión extranjera en los siguientes cinco años, una cifra nunca antes registrada.
En medio del plan hay un asunto pendiente: La denuncia de los tratados bilaterales de inversión que aún no está resuelta y que podría frenar los planes del gobierno.
Como vemos, el plan para atraer recursos es bastante agresivo, pero para cumplir las metas será necesario ser pragmático, dejar la ideología de lado y ofrecer seguridad y, sobretodo, seriedad a los inversionistas. Si alguna de esas condiciones se incumple en la búsqueda de recursos externos, toda la estrategia y los esfuerzos habrán sido en vano.