“Señor Luna, leí su artículo Escuelas del Infierno. Le confieso que sentí desesperación e indignación por lo tan bajo que hemos llegado. El correísmo se metió con todo e incluso con lo más valioso del país, su niñez. Saquearon la educación y degradaron la escuela a una condición de invernadero. Pero, aunque parezca raro, también sentí tranquilidad al ver que salía a la luz alguna información que yo la conocía, pero que al presentarla hace meses a algunos personajes del Estado, unos, callaron, por miedo a perder el puesto o por oportunismo, y otros, los correístas dentro del gobierno, se hicieron los locos para no opacar el pasado “glorioso” del correato que quiere volver.
Sin embargo, permítame que sea crítico con su artículo, ya que, al no disponer de datos especializados sobre la construcción, no presenta el problema en su integralidad, y sus conclusiones son parciales. Yo dispongo de cierta información, que complementa la suya y la comparto con usted y sus lectores.
Es cierta su denuncia sobre la situación desastrosa de muchas Escuelas del Siglo XXI. Sin embargo, al hablar de las causas, aparece con más responsabilidad la empresa china y se desvanece la del ministerio de Educación. Y la verdad es que los dos son igual de responsables. Este tipo de construcciones son concebidas como respuesta urgente a las crisis, un terremoto, por ejemplo. Son edificaciones provisionales que pueden instalarse en muy corto tiempo, 45 días en este caso. Por tanto, son hechas con materiales que corresponden a este concepto, aunque la empresa señala que pueden durar hasta 25 años, por lo que ofrece 10 años de garantía.
La construcción de 200 escuelas (con un costo de 1 millón de dólares cada una) arrancó el 2015, financiada con préstamo blando chino, imponiendo a sus empresas como las constructoras. Sin embargo, los términos de referencia de la obra los hizo el Ministerio. De la misma manera, el diseño arquitectónico de la escuela, con serias deficiencias técnicas, fue ecuatoriano y validado por la misma entidad, para ser implantado de manera estandarizada en todas las regiones y climas de este país tan diverso.
Otras responsabilidades y compromisos del ministerio, bajo la modalidad de provisión de bienes, fueron la colocación de aire acondicionado, que no se hizo; el diseño equivocado de bombas de agua e inexistentes estudios de suelo, que generaron problemas en la cimentación. No se facilitó, en muchos casos, los permisos de construcción. Los chinos, colocaron pésimos materiales de acabado e incumplieron con tiempos…”.
Señor NN, gracias por su aporte y su crítica. Ahora, gobierno, actual ministerio, comisión de educación de la Asamblea (que tiene en su seno al artífice de estas escuelas del infierno) y ciudadanía: ¿Qué hacer?
mluna@elcomercio.org