Las escuelas comunitarias

La escuela multigrado o unidocente fue una de las instituciones del Estado moderno que se apropió el mundo indígena ecuatoriano. Le dotó de un sentido más allá del que le asignaba el sistema educativo formal. Allí no solo estudiaban sus hijos, también se reproducía la comunidad.

Mientras se mejora la escuela, se depura la vida comunitaria. Terreno, construcción de aulas, dotación de servicios básicos, congregaban el esfuerzo colectivo a través de las mingas. Pero no solo era eso. En la escuela se realizan procesos de reproducción cultural, y desarrollo económico, político y organizativo de la comuna.

La propuesta de la escuela multigrado, realizada por la Unesco, a mediados del S. XX, fue acogida por muchos países “desarrollados” o no, desde EE.UU. hasta Ecuador. Con esto, un estado responsable ofertaba educación para la niñez de poblaciones dispersas y alejadas de las urbes, cumpliendo así con el derecho a escuela de calidad cerca a la casa. Tal calidad se expresaba en docentes formados y en materiales didácticos correspondientes a una escuela con uno o dos profesores para un número limitado de estudiantes de varias edades.

El concepto técnico de las escuelas multigrado fue y es relevante. Su aplicación como política pública en varias partes del mundo fue exitosa, caso de la Escuela Nueva de Colombia, pero en otros, debido al abandono estatal, quedaron como “escuelas pobres para pobres”. Esta imagen desprestigiada de las escuelas unidocentes la tenemos.

Durante décadas varios gobiernos descuidaron las escuelas comunitarias, otro fue al extremo, las quiso desaparecer. Este ataque no era solo obstruir la educación de los niños y niñas, sino desestructurar el tejido social y dejar sin impulso político al movimiento indígena. En el correato se cerraron miles de escuelas rurales. Tras un discurso modernizante, que impulsaba la competencia y la homogeneización, se materializó en la violenta concentración estudiantil en las escuelas del Milenio. Los niños caminan largas distancias para llegar a ellas. Los desesperados padres decidieron abandonar las comunidades para buscar otra alternativa para sus hijos, acelerando la migración campo-ciudad y
profundizando la pobreza.

En la contemporaneidad las multigrado, inspiran proyectos innovadores en todo el mundo, y no solo para la ruralidad. Son la respuesta al extremo individualismo y al desprecio por el planeta. Son reconocidas las iniciativas en Suiza, España, Inglaterra, Costa Rica. Sus estudiantes además de asumir las ciencias, se forman en la interrelación con la comunidad y la naturaleza, en el reconocimiento de la diversidad, en el ejercicio de la autonomía, el trabajo en equipo, la solidaridad.
¡Educación integral!

Reabrir y mejorar permanentemente las escuelas comunitarias, debe ser una política de Estado. El presidente Moreno, se comprometió a reabrir miles. Prima su palabra.

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