Escuela investigadora

Vieja saludable, tuneada y coqueta. Sí, esa es nuestra escuela. Tal vez con infraestructura moderna y con computadoras, y algunas con pizarrones electrónicos, pero en la que se imparte una educación vertical, enciclopedista y memorista de hace más de 100 años, parapetada en algún deslumbrante discurso pedagógico contemporáneo.

Hay que reinventar la escuela. Sí, la educación tiene que ubicarse en el contexto del siglo XXI. "La misión de la escuela ya no es enseñar cosas. Eso lo hace mejor la TV o Internet". Dice el pedagogo italiano Francesco Tonucci a lanación.com (29-12-2008): ¿Cuál es su misión? "Debe ser el lugar donde los chicos aprendan a manejar y usar bien las nuevas tecnologías, donde se transmita un método de trabajo e investigación científica, se fomente el conocimiento crítico y se aprenda a cooperar y trabajar en equipo".

Para este profesor las escuelas deben ser "bellas, con jardines, huertas donde los chicos puedan jugar y pasear tranquilos; y no con patios enormes y juegos uniformes que no sugieren nada más que descarga explosiva para niños sobre exigidos".

Los maestros, sigue Tonucci, no tienen que llenar de contenidos a sus estudiantes. Deben escuchar lo que ellos ya saben, y proponer métodos interesantes para discutir el conocimiento que ellos traen de sus casas, de Internet, de los documentales televisivos, de los periódicos. "|La escuela debe hacerse cargo de las bases culturales de los chicos.

Antes de ponerse a enseñar contenidos, debería pensarse a sí misma como un lugar que ofrezca una propuesta rica: un espacio placentero donde se escuche música en los recreos, que esté inundado de arte; donde… tomen contacto con la emoción de la lectura. Los niños no son sacos vacíos que hay que llenar "porque no saben nada". No creo, dice el pedagogo, en la escuela donde el maestro lo sabe todo. Allí, "el niño aprende a callarse y se calla toda la vida. Pierde curiosidad y actitud crítica".

El maestro debe ser un facilitador que escuche y proponga métodos y experiencias interesantes para reflexionar y aprender. Debe ser curioso, crítico. El profesor debe ser un investigador. Debe aprender a observar, leer e interpretar el contexto y lo que sus alumnos tienen dentro para ayudarles en los caminos de la construcción del conocimiento o en la depuración de destrezas y habilidades.

Pero esta facilitación debe hacerla con creatividad, alegría, juego. En tal sentido el educador es más que un facilitador, también es un artista. Un creador que enseña y aprende con sus estudiantes en una relación de complicidad ética, estética y lúdica. Enseña con su ejemplo. Transmite valores. Es un maestro con alma y sensibilidad de un aprendiz. En la tarea, con sencillez, depura su piedra en bruto.

Un aporte para la nueva Universidad Nacional de Educación fundada en estos días.

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