José Velásquez

El escrutinio público

Una regla del juego de la política es que cuando se tiene una posición de poder, todo lo que se diga, haga o deje de hacer resulta ser de interés público. Y cuando Guillermo Lasso, Cynthia Viteri e incluso Leonidas Iza cruzaron sus metas, también se pusieron un inmenso reflector sobre sus cabezas.

Nunca antes los políticos habían sido sometidos a tanta exposición, en vivo o en diferido. Y no es que necesariamente cometan más errores ahora sino que simplemente se notan más y se viralizan en un efecto dominó de reacciones y presiones. Es verdad que en redes sociales la línea entre el escrutinio y el hostigamiento es muy delgada, y que además podría estar matizada con una buena dosis de noticias falsas. Pero no es menos cierto que la raíz del problema está en quienes ofrecen la tela para cortar.

Algunos como la alcaldesa de Guayaquil han sabido sacarle provecho a la tempestad consciente de que a veces la ola la arrastra y otras veces la lleva plácidamente a su orilla. Pero ahí en Carondelet juegan sin arquero y todas las semanas les hacen (o se hacen ellos mismos) goles de media cancha.

Es que otra regla del juego, que aparentemente no se termina de asimilar, señala que el escrutinio debe empezar en el fuero interno. Sin embargo, luce como si en el gobierno no hubiera suficientes filtros de control. Le acaba de suceder con una viceministra de Educación, les pasó con un candidato a alcalde sentenciado por homicidio y les ocurrió antes con el Superintendente de Bancos.

El departamento de Policía de Nueva York entró en crisis cuando los ciudadanos empezaron a usar sus teléfonos para registrar excesos de parte de los agentes. Lejos victimizarse, la comandancia dispuso que las patrullas y los uniformes tengan cámaras que registren las acciones de todo el personal. La Policía pudo así sancionar y modificar reglamentos para depurar su personal y mejorar la calidad del servicio.

El escrutinio puertas adentro es una prioridad, no solo para lucir mejor sino para realmente intentar hacer las cosas bien.

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