Siempre habrá excusas, llámense problemas, molestias, circunstancias, con supuesta razón probada por nuestras débiles mentes que nos llevarán a alguna esclavitud. Fuma por tensión. Bebe por infelicidad. Drogarse por incomprensión. Sufrir porque ser feliz es casi imposible. En realidad es difícil no hacer estas cosas, simplemente porque el intento toma más esfuerzo que el lamento y el desgano. Permitir que todo fluya y aceptar su valor verdadero es más arduo. En este mundo y en esta vida, es fácil quejarnos en vez de festejar, dolernos en vez de curarnos, morir en vida en vez de vivirla con ganas. La sociedad, la energía comunitaria no soportará eternamente esta actitud de zombis, en vez de la de ser conscientes y pro activos.
Es fácil autoconvencernos de que las dificultades, inexistentes en realidad, nos hacen la vida imposible. Ponernos el pie nosotros mismos y que nos sea complicado levantarnos de nuevo. El humano se esclaviza sin pensarlo dos veces, aunque si nos preguntamos, está desde hace cientos de años en la lucha viva contra todo tipo de esclavitud. Históricamente, la esclavitud es menospreciar, irrespetar, faltar a un ser humano, hacia sus circunstancias y sus propias condiciones de hombre, mujer, de niño o viejo. ¿La autoesclavitud? Es la simple falta de compromiso con nosotros mismos, quienes nos rodean y el mundo que nos brinda oportunidades y espacio para desarrollarnos.
Así como el cigarrillo, el alcohol, las drogas y la infelicidad, el dinero es nuestro peor esclavizante porque nosotros lo hemos permitido. Siempre queremos más, pero nada de ello es indispensable. La vida es más simple, más fácil de lo que jamás podemos imaginar, pero la complicamos y volvemos casi utópica, llenándola de requerimientos absurdos como autos nuevos año tras año, televisiones más grandes y delgadas, celulares llenos de servicios inservibles, camisetas y zapatos a la moda para ponérnoslos una vez, quizá dos.
La vida verdadera no depende de la materia. Cierto que el dinero y la materia nos la hacen más fácil. Pero la carrera de obstáculos que nos hemos impuesto son sólo esclavitudes autoimpuestas que frenan nuestro desarrollo, nuestra visión de futuro, nuestro crecimiento personal y comunitario. El universo se indispone en contra de lo que hoy consideramos vida. El más mundano de los signos, aparte de todas las catástrofes naturales, es la crisis económica mundial que nos fuerza a cambiar nuestro estilo de vida y a revisar nuestros valores y los de nuestra comunidad. Intenta enseñarnos que nuestro vivir va por caminos retorcidos y que hay que enderezarlos. Nos invita a reflexionar y a cambiar, no temporalmente, sino en pos de una vida diferente sin esclavitudes.