IPS
El trabajo infantil se ha reducido en forma sustancial en América Latina, pero todavía 5,7 millones de niñas y niños laboran antes de haber cumplido la edad mínima legal y en alto porcentaje en condiciones precarias, de alto riesgo o no remuneradas, que constituyen nuevas formas de trabajo esclavo.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) sitúa en esa cifra a la población infantil que trabaja antes de la edad de admisión de empleo o que realiza trabajos que deben prohibirse.
La gran mayoría labora en la agricultura, pero también en sectores de alto riesgo como la minería, los basureros, el trabajo doméstico, la cohetería y la pesca.
Tres países, Brasil, México y Paraguay ejemplifican ese trabajo infantil con formas de neoesclavitud en la región.
En Paraguay, con 7,2 millones de habitantes, la figura del “criadazgo” se remonta a la época de la colonia y persiste pese a leyes que prohíben el trabajo infantil, explicó la abogada Cecilia Gadea.“Familias muy pobres, generalmente de zonas rurales, se ven obligadas a entregar a sus hijos menores de edad a parientes o a familias de mejor posición económica para que se encarguen de su crianza, educación y alimentación”, lo que se conoce como criadazgo, explicó. En Paraguay, el país sudamericano con mayor pobreza y uno de los 10 más desiguales del mundo, unos 47.000 niños (2,5 % de su población infantil) se encuentran en situación de criadazgo, según la no gubernamental Global Infancia, de las que 81,6 % son niñas o adolescentes mujeres. “No se quiere aceptar, pero es una de las peores formas de trabajo No es una acción solidaria como pretenden presentarla: es una forma de trabajo y de explotación infantil, opinó Gadea. Los llamados “criaditos”, con edades entre 5 y 15 años, son en su mayoría “sometidos a trabajos forzosos, tareas domésticas por muchas horas y sin descanso, son maltratados, abusados, castigados y explotados, no pueden ir a la escuela, viven en precarias condiciones, no son alimentados adecuadamente, no reciben asistencia médica, no pueden jugar y otra serie de limitaciones”.Otro grupo minoritario “no son abusados ni expuestos a peligros, van a la escuela, juegan, están bien cuidados, reciben todas las atenciones y dentro de todo llevan una buena vida”. El criadazgo tiene su origen en los trabajos “forzosos y peligrosos” a los que sometían los colonizadores españoles a mujeres y niños indígenas.
Después de dos guerras, una en la segunda mitad del siglo XIX y otra en la primera mitad del siglo XX, Paraguay quedó devastado, diezmado en su población masculina y en manos de mujeres, niños y ancianos, quienes debieron asumir la reconstrucción del país.“La pobreza generalizada obligó a las madres a entregar a sus hijos a familias con mejores ingresos, para que se ocupen de la crianza, educación y alimentación de sus hijos e hijas menores; ellas mientras tanto trabajaban para sobrevivir y sacar adelante a un país que había quedado en ruinas”, recordó.