El escándalo parece consustancial a la política argentina. No hay día en que alguno no llene las portadas de los principales diarios del país. Uno tras otro se superponen, con una espectacularidad que opaca a los anteriores, y con la misma contundencia con que se disipan. Algo parecido a lo que ocurre en el Ecuador, pero más monumental (para utilizar un término muy porteño). Sus protagonistas no tienen ningún empacho en darle rienda suelta a la lengua: cualquier acusado o involucrado denuncia con total desenfado que un juez le pidió dinero para tramitar un juicio, y todo el mundo lo da por hecho.
Es lo que está sucediendo con el caso de Sergio Schoklender, ex apoderado de la fundación de las madres de Plaza de Mayo. Acaba de publicar un libro en el cual realiza una brutal disección de la política argentina de los últimos años. El poder al desnudo.
No dice nada que nadie sospeche, intuya o presuma; nada de lo cual podamos asombrarnos. Simplemente lo hace desde adentro, con un desparpajo y un lujo de detalles que empalidecen la conciencia. En su fanfarria de proyectos sociales de vivienda, manejo alegre de fondos públicos, intimidad con las altas esferas del poder y derroches sibaritas, Schoklender está arrastrando a los tribunales a la propia hija de Hebe de Bonafini, la emblemática líder de las madres de Plaza de Mayo.
Y en media digestión siguen apareciendo los platos fuertes. Empresas ligadas al presidente del gobierno de Buenos Aires –y posible candidato a la Presidencia en los próximos comicios– acusadas de fumigar con glifosato en zonas pobladas. Multimillonarios negociados con medicamentos, cuyos autores ponen en tela de juicio a la administración de justicia, en una impecable demostración de que la mejor defensa es la embarrada total.
Comunicados de una página en todos los diarios, donde se acusa al Gobierno de favorecer a mafias empresariales afines en contra de los grandes monopolios de la televisión por cable. Una ley antiterrorista promovida desde el oficialismo, que asusta a sus propios aliados, no se diga a los sectores de izquierda.
Represores de la dictadura que fueron sentenciados y amnistiados, y hoy son capturados y vueltos a juzgar, en esa especie de ruleta política en que se convirtió la Justicia argentina luego del retorno a la democracia.
Algunos con un prontuario que haría enrojecer al más pintado.
En fin. Pero todos los que han buscado perdurar en medio de tanta alharaca tendrán que resignarse a un prolongado receso. Hoy, el cáncer de tiroides de la Primera Mandataria copará todos los espacios mediáticos… a no ser que aparezca alguien con la suficiente habilidad y audacia como para montarse el próximo escándalo.