Los dispositivos electrónicos -gracias a la Internet de las cosas (IoT) y la domótica (conjunto de tecnologías aplicadas al control y automatización inteligente de viviendas y oficinas)- han ingresado a la vida diaria. El Ecuador no es una excepción.
Los dispositivos más demandados son, entre otros: el robot aspirador, encargado de la limpieza cuando no estamos; la calefacción que se conecta sola, si empieza a llover en el entorno; y las cámaras de seguridad -las más utilizadas- conectadas a nuestro celular vía wifi para vigilar -a control remoto- a personas (bebés, ancianos o quienes tienen cierta discapacidad), y los espacios, sean linderos, ventanas, techos o paredes. Así, la incorporación de objetos inteligentes a los ambientes empresariales y domiciliarios, ha dejado de ser una quimera, sea por seguridad humana, resguardo de datos, almacenamiento, acceso automático o por conveniencia, lo cual constituye una demostración clara que la era digital ha llegado para quedarse.
Los pasos que ha dado la humanidad en los ámbitos de la inteligencia artificial, la robótica y, en general, de las neurociencias han sido espectaculares. Los ejemplos más próximos son los teléfonos móviles -mini computadoras ambulantes-, que utilizan datos propios mediante wifi, que nos permiten ser personas localizables; los smartphones que son dispositivos electrónicos utilizados como plataformas de juegos que contienen aplicaciones disponibles; las Tablet, con pantallas más grandes, son herramientas de apoyo para estudiar o ver películas; las cocinas y los enchufes inteligentes, y el localizador de llaves. Y, por supuesto, las cámaras inalámbricas, útiles para funciones de vigilancia y seguridad, accesibles desde una PC, una Tablet o un smartphone.
Estamos, pues, en los umbrales de una revolución en el entorno digital, por obra de los fundadores de la informática moderna, que partieron de un supuesto importante: la cognición humana. ¡La era de los dispositivos predomina en la sociedad del conocimiento!