Es conocido que para renovar una parte de los vehículos de transporte público del Municipio, el Banco del Estado había obsequiado a la anterior Alcaldía, la cantidad de USD 15 millones. Ha sido un “préstamo no reembolsable”, es decir que no había que pagarlo; un regalo a los ciudadanos de Quito.
Pero el 6 de abril próximo pasado, el Municipio ha devuelto al Banco del Estado ese obsequio, con lo que ya no pudieron comprar las unidades nuevas para transportar pasajeros en la urbe.
¡Y qué transporte!
Puesto que todos conocen, no hace falta describir la acumulación de usuarios que se califica como “sacos de papas” y “sardinas en lata”. Mayores incomodidades no son posibles. Entre ellas, la grave agresión que reciben las mujeres por parte de sátiros que no reparan en juntar su cuerpo para estregarlo con la protuberancia de los senos; así como usar sus manos para acariciar los glúteos; o, peor, su zona íntima.
Una mujer así tratada sufre por la imposibilidad de defenderse, estalla en ira, decepción y abandono pero no le queda otro recurso que resignarse a padecer las agresiones.
Se trata de las mujeres de economía media, o menor. Habría que preguntar a los caballeros de la política ¿qué harían ellos si a “su mujer”, un sátiro le pasa sus manos por el cuerpo? Seguramente, lo castigaría con puñadas y puntapiés. ¡Pero las mujeres que viajan en los buses, no tienen importancia para ellos!
Qué tal si en elemental defensa del honor femenino, se arbitra un sistema por el cual una parte del autobús público recibe únicamente mujeres; y otra parte, solamente hombres.
Con sólo ese acto, se eliminaría el delito de atentado al pudor. Si disponen de alguna otra solución, que la apliquen, pero que hagan algo, ya que las mujeres de Quito que se transportan en esas unidades merecen un trato digno, propio del sexo femenino.
Como bien se nota, la deficiente educación de muchos varones determina que la amabilidad y la delicadeza estén quedando, o ya han quedado, solo para el recuerdo.
Cuando uno ve dentro del bus público jóvenes en plenitud de fuerza, cómodamente sentados e incapaces de ceder el lugar a una mujer que inclusive porta un niño en sus brazos, se alarma por el pésimo estado cultural. Peor, cuando alguien, con el propósito de dar un incentivo, dice en voz alta: “Parece que aquí no hay caballeros”; y uno de aquellos groseros responde: “Caballeros sí hay, lo que no hay es asiento”.
Es elemental suponer que el Banco del Estado volverá a erogar esos 15 millones de dólares a la Municipalidad, para la adquisición de los vehículos nuevos. Este obsequio no era para el anterior Alcalde, ni para el actual. Es para la ciudadanía desprotegida y constituye una deuda de honor con los moradores de la capital. Veamos cuánto respeto y colaboración del poder político hay para las mujeres de Quito.