Despenalizar el aborto

El aborto es un tema duro y complejo. Por eso mismo el Ecuador debe afrontarlo con seriedad, con un debate de fondo y una solución definida: despenalizarlo. Y no porque así ha sucedido en buena parte de los países, sino principalmente porque de esa forma se evitan abortos clandestinos, que provocan muertes, abusos y atropellos.

¿Qué es despenalizar el aborto? Es establecer que ese acto no debe considerarse más como un delito, sujeto a enjuiciamiento y prisión, sino como una opción voluntaria de quien se somete a él. Porque ya el embarazo forzado o no deseado es un grave problema, sobre todo para las mujeres pobres, para que, además, sean consideradas delincuentes y sean perseguidas por el Estado.

¿Quiere decir que el Estado debe promover el aborto? De ninguna manera. El Estado debe hacer lo que esté a su alcance para evitarlo, dando soporte a las mujeres que están en la disyuntiva, facilitando las adopciones legales y garantizando los derechos de las gestantes. Pero si con todo ello una mujer decide abortar, el Estado no puede ni debe perseguirla, lanzándola a buscar un oscuro procedimiento en manos inexpertas y en condiciones de insalubridad que ponen en riesgo la salud y hasta la vida. Debe poner normas claras para que haya garantías mínimas de que el procedimiento no se transforme en una carnicería.

Mantener las normas que hoy existen no solo implica que la penalización discrimina a las mujeres en general, sino sobre todo a las más pobres. Porque las que tienen plata pueden hasta viajar al exterior para tener un aborto “seguro”. Son las mujeres de pueblo las que se ponen en manos de “abortistas” clandestinos. Por equidad y justicia hay que cambiar las normas.

Quienes se manifiestan a ultranza en contra del aborto dicen que despenalizarlo es estar a favor de que las mujeres deban abortar. ¡Definitivamente no! Esa es una tergiversación. Nadie puede obligarlas o incitarlas a tomar semejante decisión. Lo que se plantea es que, dejando de ser un delito, el aborto es una posibilidad que debe asumir cada quien según su conciencia y de acuerdo con la realidad y las circunstancias.

Se dice que el aborto es crimen porque implica un “asesinato” del feto. Esa no es una afirmación muy debatible. Existen diversas posturas al respecto basadas en datos científicos. Nadie les obliga a quienes piensan así a aceptarlo o practicarlo. Pero eso no les da derecho de imponer sus ideas a quienes tienen opiniones contrarias.

Llegará el tiempo en que se despenalice el aborto, pero ahora urge que al menos se lo considere como una opción inmediata para ciertos casos. Constatar una realidad y ver para otra parte perpetúa el discrimen, la criminalización de un derecho y un grave problema social.

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