Escribo pensando en los ladrillos que enladrillan las calles peatonales de Quito; imagino la fortuna que debe de ganar el ladrillero que fabrica esos ladrillos pequeños y rectangulares, proclives, como ningún tipo de baldosa conocido, a llenarse de pegotes negros de sebo, y a desprenderse o a que los desprendan. El I. Municipio ha sido ducho, desde los años de concienciación sobre el valor de nuestro casco colonial, en enladrillar y desenladrillar con cualquier pretexto, casi jugando a la adivinanza: porque se olvidó debajo de este metro de ladrillo el extremo de un cable; porque por allí debe de estar el asa de la tapa de una alcantarilla que olvidaron cegar; porque el ladrillo se desprendió solo, y le siguieron varios otros, al paso; porque…
Nuestro casco colonial hace de Quito una ciudad deseable y deseada: sus calles y callecitas abruptas, sus hermosos templos, sus plazas y placitas o plazoletas, como la Plazoleta de la Merced que hasta hoy no logro averiguar ‘cuál mismo’ es. ¿Es la placita, casi solo atrio, que queda delante del templo? ¿Es la de enfrente, la del antiguo teatro Granada hoy convertido en un feo centro comercial? Nuestra Academia, situada al lado de ese centro, recibe su correspondencia con relativa puntualidad en la siguiente dirección: Calle Cuenca N – 4 77 y Chile, Plazoleta de La Merced y nunca la dejan a la puerta pequeña de la placita aledaña al hermoso templo, aunque el viejo y querido Correos del Ecuador, sufra de flacidez. Es que el ‘email’… Y se perdieron las cartas que contaban, describían, mostraban, lamentaban, enriquecían…, esas que, releídas, nos devolvían el pasado. Hoy, xq ya nadie cta. nda., llega un bobo t.q.m. y una carita feliz o desgraciada, según… ¿Dónde quedaron las inolvidables cartas perfumadas con declaraciones de amor? ¡Serían acoso, cuidado!… ‘Todo llega, y todo pasa, porque lo nuestro es pasar’, dijo Machado. Sí, y lo acepto apenadísima, al borde del llanto de fin de año.
En esa plazoleta se colocaron macetas enormes, plomas, de cemento brillante, que ‘lucen’ oscuras y sucias, con escuetos arbolitos sin riego, tierra apelmazada y dura, basura de los pasantes ‘limpios’, y ramas despobladas de hojas. Todo tan triste, que parece abstracto; es cierto que estas macetas son bastante menos feas que las de imitación piedra de las calles cercanas. También hay una que otra escultura –no encuentro con qué nombre llamarlas- de formas animales, en las que resbalan y juegan los niños… ¿Qué pasó, alcalde Yunda, con el Departamento de Parques y Jardines del I. Municipio? Nada más difícil de amar que lo que está sucio y desarreglado, por peatonal que sea y precisamente por serlo, porque entonces la fealdad es más visible y la suciedad, palpable.
¿Enladrillaremos lo desenladrillado? El desenladrillador que desenladrille el enladrillado, buen desenladrillador será, si lo llega a desenladrillar, decía el trabalenguas. Ojalá… Y si sembramos árboles, cuidémoslos: son seres vivos que claman por florecer.
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