Pese a estar enfermo y desgastado por 14 años de gobierno, Hugo Chávez ganó, holgado, las elecciones en Venezuela. La gente votó por quien quiso y su voto fue respetado, pero la competencia electoral no fue limpia. Hubo burro amarrado contra tigre suelto: el oficialismo usó sin controles el aparato de Estado para ganar y ganó. Sin embargo, esta no es la única explicación: mucho del electorado pobre lo votó otra vez porque Chávez ha distribuido en programas sociales una parte de la riqueza petrolera. La vieja clase política se la robó por décadas, sin repartir, y muchos no olvidan aún.
¿Qué implicaciones tendrá el triunfo electoral de Chávez para América Latina? Hace rato que su peso continental disminuyó. Diez años atrás se presentaba como el gran campeón, pero hoy día Brasil manda: todos los países de la Alba pesan menos del 9% del PIB latinoamericano y Brasil representa más del 40%. Son izquierdas muy distintas. Chávez va en la línea de las estatizaciones, mientras Lula y Dilma mezclan clima de negocios con intervenciones públicas. El coto de influencia del caudillo está hoy limitado a pequeños países como Nicaragua o Cuba, dependiente esta última del subsidio venezolano.
Sus andanzas en la región se verán frenadas porque ahora debe lidiar con una complicada agenda nacional: asegurar su sucesión, resolver graves ineficiencias de su gestión de gobierno y enfrentarse con una oposición que encontró líder y está captando parte del malestar social. Ya no puede descuidar el frente interno. Lo veo profundizando nexos con China, coqueteando con Irán y aprovechando toda oportunidad para incordiar a los EE.UU., pero, insisto, ya no como el máximo líder continental que una vez aspiró a ser.
¿Habrá chavismo sin Chávez? El carisma de Chávez no es transmisible, pero ello no significa que su eventual muerte sea el principio del fin. El peronismo sigue campante en Argentina y Perón murió hace casi 40 años. Todo depende de cómo se muevan las fichas. Ciertas condiciones estructurales favorecen el continuismo: hay una Constitución Política que resguarda un régimen político híbrido cuasi-autoritario y da poderes excepcionales al Ejecutivo, quien controla absolutamente al Estado, emplea patrimonialmente la riqueza petrolera y hace un masivo uso clientelar de la política social. Incluso un político de la oposición que llegase al poder estaría tentado a perpetuar estas condiciones pues le dan un poder inmenso. Por eso preveo chavismo después de Chávez, porque ese tinglado no se desarma fácilmente. Ojo, sin embargo: mucho depende del precio del petróleo. Una caída abrupta causaría una grave crisis interna mientras que altos precios alimentan el statu quo.