Como en este año no bajará el precio del petróleo, el Gobierno tendrá con qué financiar el clientelismo electoral.
Precisamente por esto se impone una actitud inteligente de los políticos de oposición para no dispersar la atención ciudadana en múltiples candidatos que daría como resultado que el Presidente sea reelecto en la primera vuelta. Ya se advierte esta situación y se comenta que no hay nadie que pueda ganarle a Correa, propendiendo a una actitud derrotista, sin buscar alternativa alguna.
Veamos que si se puede, pues quien no espera vencer ya está vencido. En la última consulta popular el 48% por ciento votó en contra de los planteamientos del gobierno y desde entonces se advierte que ha crecido la animadversión hacia lo que dice Correa y el descontento por la vulneración de las libertades. Como esto no va a cambiar, lo esencial es hacer aprovechar inteligentemente para ganarle las elecciones democráticamente. Esta no implica que el candidato opositor venza en la primera vuelta. No, sería iluso, pero si requiere que el candidato escogido sea capaz de clasificarse para la segunda vuelta, en donde la dirimencia sería entre los que desean la reelección de Correa y los que no lo quieran. Esto ya sería otro cantar.
En el panorama político se puede vislumbrar una dispersión primaria y una inactividad que contrasta con la frenética campaña electoral del Presidente Correa. No hay todavía precandidatos y solo suenan bajito nombres que proponen los encuestadores o los comentaristas. Sin embargo, se puede advertir que la tendencia del centro hacia la izquier-da tiene la mayor aceptación, soslayando a la derecha que ya fracasó.
También fracasaron los gobiernos populistas que fueron derrocados por el pueblo ecuatoriano y que no deben merecer apoyo alguno.
Ahora se impone que un candidato prestigioso salga de la tendencia de centro y de centro izquierda para captar a la clase media que necesita expresarse.
Los precandidatos pueden ser Paco Moncayo, César Montúfar, Guillermo Lasso, Alberto Acosta, alguien del MPD y de Pachakutik, quienes podrían medir sus posibilidades a través de una encuesta bien hecha y acordada por ellos mediante un proceso vigilado por los propios interesados.
No incluyo a Jefferson Pérez porque me parece que toda-vía debe superar etapas en el transitar político del país, para mostrar sus dotes de estadista en potencia.
Tampoco hay lugar para nuevos nombres, porque incluso las normas que ha impuesto el Gobierno en materia de libertad de expresión electoral limitará la capacidad de darse a conocer en el poco tiempo disponible.
La encuesta debe tener el carácter vinculante en el sentido de que quien se posicione en el primer lugar sea el candidato único de las fuerzas progresistas.