Ni siquiera se conocen todas las cifras del manejo de 10 años y medio del anterior gobierno y comienza a preocupar seriamente y con razón al nuevo Presidente lo que va saliendo a la luz. Proliferan los casos de corrupción, pero primero el daño económico que se ha hecho con cuentas fiscales incompletas y desactualizadas. ¿Esa es la mesa servida que le dejó el exmandatario al compañero de partido y decir al país que todo estuvo perfecto y que el único responsable de este paraíso era quien presidiera el gobierno autoritario, que dañó la cabeza a una parte de los ecuatorianos y que sembró la ceguera y el odio?
Una irresponsabilidad que las cuentas fiscales no hayan estado al día, seguramente en forma intencional para que el país no conozca toda la realidad. Tanto tiempo ha pasado caída la página de Finanzas y los datos a medias. Solo el discurso del exmandatario, que era repetido sumisamente por ministros y altos funcionarios que hoy están en otras funciones dentro del gobierno (¿?) y que deben responder por sus acciones.
Las cifras que se van conociendo confirman lo que el Observatorio de Política Fiscal, destacados analistas económicos y académicos advirtieron hace mucho tiempo a través de medios de comunicación independientes y, por eso, la furia del expresidente que insultaba permanentemente a la prensa.
Debe prepararse un plan económico integral y estructural pero se necesita contar con los datos al día, que debieron haber dejado bien organizado cuando el exmandatario repitió que la mesa quedó servida. Eso ha sido un engaño, según lo que verifica el Presidente. Tanta mentira oficial repetida diariamente y que mantuvo enceguecidos a propios y extraños, pero repiten como parlante sin razonar ni revisar la realidad ni las cifras debidamente sustentadas.
Es lamentable que unos, no todos, obnubilados asambleístas oficialistas cuestionen el proceso de diálogo con sectores de oposición que el Presidente ha emprendido con gesto democrático, lo que no implica hipotecar su pensamiento político. Se acostumbraron a imponer el pensamiento único con sectarismo, odio e intolerancia, dirigido desde Carondelet. Les molesta la apertura y el oxígeno a las libertades, ausente durante una década.
Olvidan lo que ellos mismo aprobaron en el Código de la Democracia un capítulo sobre los derechos y deberes de la oposición y otro sobre los diálogos. El art. 393 dispone que el Presidente de la República deberá convocar (obligatorio, no discrecional) a los portavoces de la oposición a rondas de diálogo, lo cual –como tantas disposiciones constitucionales y legales- fueron inobservadas y pisoteadas por el anterior presidente. Hoy, con pensamiento medieval y parroquiano (¿no eran del socialismo del siglo XXI?) cuestionan la posición democrática del Presidente.
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