Encadenados

Porque en esas reiteradas críticas sabatinas se ha roto la armonía social que ya llegó al seno familiar y situaron sus miembros a favor o en contra del líder-presidente. Ha crecido la oposición silenciosa inmersa en el miedo, pero la evidente caída de la popularidad se hizo patética en la consulta de mayo del 2011. Además, el poder triunfalista se aseguró con las cadenas radiales y televisivas que, según Fundamedios, ocuparon unos 1 365 espacios que cubren 11 793 minutos, en horas de máxima sintonía matinal y nocturna. A los ecuatorianos nos han ‘encadenado’.

Porcentajes crecientes ven ese enrejamiento, pero también hay fanáticos o aplaudidores que mantienen un tercio de la población en el alero gubernamental. Por eso la propaganda oficial es necesaria para alimentar esas esperanzas ganando la tercera elección, y para transmitirla con soberbia dicen: “autorizada por el Consejo Nacional Electoral”.

Ese espacio semanal de descanso necesario ha sido ocupado por tres o más horas, en cualquier lugar del país, para informar sobre el ejercicio del poder. Su contenido es virulento, nada estimulante para la vida social. Abundan apelativos despectivos e insultantes. Varias veces ha roto periódicos, así como ha dado nombres de periodistas críticos para que sean identificados, y al criticar errores de ministros o subsecretarios, no trasciende la corrección inmediata, sacándolos del cargo, y esas culpas no son presidenciales sino de sus subalternos.

El médico español Enrique Salgado, en el libro ‘Erótica del Poder’, transcribe lo dicho por André Jouve a la Academia de Medicina de Francia: “Hiperactividad, agresividad contenida, rigidez mental e intelectual, inquietud ante el futuro, son los rasgos que abundan más a menudo entre los enfermos coronarios que entre en resto de la gente”. Y agrega que estos rasgos no requieren explicaciones porque son los caracteres esenciales de los líderes y la explicación la deben dar psicólogos, sociólogos y psiquiatras después de los estudios introspectivos. A esto se sumarían los juicios de Freud, de que la masa siempre quiere ser dominada por un poder ilimitado.

Estos dos aportes concretos aplicados al correísmo permiten comprender cómo su trabajo no tiene límites de tiempo diario, sus viajes dentro del país son imprevisibles, su constante presencia en otros países, en Rusia y China, imperios capitalistas con rótulos comunistas, así lo prueban, y su ausencia en actos sociales propios de la vida diplomática y administrativa están a la luz. Lo demás está consumado por el poder absoluto que acumula en los poderes clásicos: Legislativo y Judicial y supervisa día a día al Tribunal Electoral. Falta que toda la información pase al Estado.

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