El pesimista racional

En el artículo ‘El optimista racional’ publicado en esta página de EL COMERCIO hace unas semanas explicaba por qué, a base de muchas y amplias evidencias, me he declarado optimista en relación con el futuro de la humanidad.

Ahora miro el otro lado del debate, reconociendo que tienen mucha razón quienes ven, en otras evidencias que las que escogí, motivos para, más bien, pensar que nos vamos acercando cada vez más a una situación catastrófica, causada por nosotros mismos, los humanos, ciertamente la especie más destructiva que jamás ha caminado por el Planeta. Los argumentos esenciales de estos pesimistas racionales se originan en las masivas evidencias de la destrucción de la naturaleza.

El continuado calentamiento global aparece como el primer motivo de seria alarma: según datos de la Autoridad Espacial de los Estados Unidos (NASA por sus siglas en inglés) la temperatura promedio de la Tierra se ha incrementado más rápidamente en los últimos 50 años que en cualquier época de la historia, y esa tendencia se está acelerando: 15 de los 16 años más calurosos en los registros de la NASA, que datan desde hace 134 años, han ocurrido desde el año 2000. Las potenciales consecuencias, de continuar esta alarmante tendencia, incluyen el derretimiento de los glaciares y las capas de nieve, severas sequías, la subida del nivel de los mares que inundarán las costas de muchos países, alergias, asma y nuevas enfermedades infecciosas traídas por enjambres de insectos estimulados por temperaturas más altas y por la contaminación del aire.

Luego están las acumulaciones inéditas de basura humana. Probablemente la más alarmante está en el llamado “gran basurero del Pacífico”, atrapado entre los giros de las corrientes marinas, cuyo corazón mide cerca de un millón de kilómetros cuadrados, con una periferia que se extiende otros 3 millones y medio. De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente, este colosal basurero está creciendo a tal velocidad que, como la Gran Muralla china, comienza a ser visible desde el espacio.

Hace poco tiempo circuló por las redes sociales un vídeo de una gorila llamada Koko que en los laboratorios de la Universidad de Stanford ha aprendido a comunicarse por señas y comprende más de 2 mil palabras en inglés. En 2015 lanzó un mensaje que dice: “Yo soy gorila, yo soy flores, animales… Yo soy Naturaleza … Hombre Koko ama … Tierra Koko ama. Pero hombre … estúpido! ¡Estúpido! Koko lo siente… Koko llora. Tiempo ¡de prisa! ¡Reparen Tierra! ¡Ayuden Tierra! De prisa! ¡Protejan Tierra! … La Naturaleza está observando. Gracias.”

¿Será posible que Koko, y los pesimistas racionales junto con ella, tengan razón? ¿Somos, la mayoría de nosotros, esencialmente inconscientes e irresponsables?

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