La Corte Constitucional acaba de aprobar la solicitud que le presentara el Comité creado por Julio César Trujillo para contribuir a la institucionalización democrática del Ecuador, destruida sistemáticamente por el régimen correísta.
Uno de los instrumentos diseñados por el anterior gobierno para controlar a las instituciones del Estado y prolongarse en el poder fue el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs), a través del cual aseguró la obediencia de todas las funciones del Estado. Su esencia antidemocrática radica en su propia naturaleza, independientemente de quienes lo conformen. Decidir que el pueblo los elija fue escoger un remedio peor que la enfermedad, como el Ecuador entero lo pudo comprobar. Tan pronto inauguró sus funciones, el nuevo Cpccs sacó sus garras antidemocráticas e irrogó ofensa a las leyes y las instituciones del Estado.
Es reconfortante que la Corte Constitucional haya aprobado el pedido que le fuera presentado, que busca una reforma parcial de la Constitución para eliminar el referido Consejo y que propone, además, ciertos cambios para mejorar la estabilidad democrática del país. Uno de ellos consiste en organizar una Legislatura bicameral que confiera mayor eficacia a la creación de leyes y al control y fiscalización de los actos del Estado, que recupere su independencia frente al Ejecutivo, que facilite la coordinación de todo cuanto se refiere al interés público y que, por añadidura, disminuya el número de legisladores.
Las dos Cámaras se complementarían y asegurarían un trabajo armonioso, añadiendo al dinamismo patriótico de la juventud, la serenidad y experiencia de la madurez. En América, la unicameralidad existe solo en Venezuela, país del que copiamos la inoperante idea.
Otro objetivo del pedido aprobado por la Corte Constitucional consiste en asegurar la independencia de la Fiscalía, para que organice y administre sus instrumentos de fiscalización de modo profesional, unívocamente orientada a proteger los intereses nacionales.
Cuando el Consejo Transitorio presidido por ese gran patriota Julio César Trujillo, hizo su labor purificadora, el país avizoró mejores horizontes, pero la elección popular -a ciegas- de los integrantes de dicho organismo, no sirvió sino para comprobar su inoperancia y peligrosidad. El cura Tuárez y sus acólitos fueron destituidos cuando la Asamblea no pudo permanecer con los ojos cerrados ante sus disparates y sus amagos de autoritarismo. En conclusión, el propio Cpccs argumentó en favor de su desaparición.
Toca ahora a todos los ecuatorianos prestar su apoyo a la iniciativa del Comité para la Institucionalización del país, respaldarla con su firma, exigir a la Asamblea que actúe con dinamismo, cuando le corresponda, y participar activa en la consulta popular que sea convocada oportunamente.