En1999 la Asamblea General de la ONU decidió que cada 25 de noviembre, se conmemore el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, a propósito de la fecha en el que fallecieron las tres hermanas Mirabal. Se pretende llamar a la reflexión a todos los actores de la sociedad, para que con acciones conjuntas se ponga fin a la violación de los derechos de las mujeres.
El femicidio de María Belén Bernal nos ha sacudido como país, pero este no es un hecho aislado en Ecuador. Según cifras del INEC, 6 de cada 10 mujeres sufren de violencia. Este dato abrumador no está lejos de la realidad mundial, pues la ONU asegura que 1 de cada 3 mujeres ha sufrido violencia física, sexual o psicológica al menos una vez en su vida. La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre las que apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores, y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.
La Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer la define como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
Los efectos psicológicos adversos de la violencia contra mujeres y niñas, al igual que las consecuencias negativas para su salud sexual y reproductiva, las afectan en toda etapa de sus vidas. Así, las desventajas tempranas en educación no solo constituyen el obstáculo principal para alcanzar la escolarización universal y cumplir con el derecho a la educación de las niñas, sino que en lo posterior limitará el acceso a la educación superior y en consecuencia a oportunidades de empleo en condiciones de igualdad con los hombres.
Reconocer que la violencia contra la mujer es un obstáculo para alcanzar igualdad, desarrollo, paz, es uno de los primeros pasos para afrontar este mal que aqueja a la sociedad.