En épocas de elecciones no falta la acusación de fraude, antes y luego de las votaciones. Este fenómeno ocurre no solo en elecciones generales, sino también en instituciones cuando cambian su directiva. Es parte de la democracia.
En países populistas o con dictaduras tienen la palabra la agresión física, o la cárcel y hasta hablan los fusiles de los guardias protectores del tirano. Pongamos atención a lo que sucede en Nicaragua y Venezuela.
Históricamente, en nuestro Ecuador cuando triunfó el liberalismo alfarista, hubo fuerte resistencia de los conservadores y de algunos miembros de la Iglesia. Los primeros ensayos de votación, no fueron sencillos. Se recuerda la célebre expresión que corría de boca en boca de la gente armada: no vamos a perder con papelitos, lo que ganamos en el campo de batalla con las armas.
Hoy, hasta en la democracia más poderosa del mundo -la de Estados Unidos- el propio presidente Trump habló -y continúa hablando- de un supuesto fraude electoral que le impidió nuevamente ser elegido para otros 4 años.
Quito se empapó de sangre en 1932, luego de una elección limpia que consagró al señor Neptalí Bonifaz Ascázubi, quien contó con una poderosa fuerza de choque llamada “Compactación Obrera”; y, otras, incluso con los principios del dictador italiano Benito Mussolini. Demoraron 10 meses en el escrutinio, dando lugar a un clima degrave inquietud y que, finalmente actuó el Congreso donde determinaron que el candidato Bonifaz triunfó… pero ¡cosas propias de nuestra política! el mismo Congreso lo destituyó bajo la alegación de que no era ecuatoriano sino de nacionalidad peruana.
Los liberales trajeron al Ejército para que ocupara la ciudad de Quito, pero los Compactados y otros dieron batalla, durante cuatro días. En resumen, se produjo lo que en la historia se conoce como la Guerra de los Cuatro Días, que dejó un saldo de 2 000 muertos entre civiles y militares.
Prosiguiendo en el tema, dos años después hubo elecciones sin problemas. En 1934 el doctor José María Velasco Ibarra triunfó con 51 848 votos sobre el contendor señor Carlos Zambrano Orejuela, candidato por el socialismo. Este hecho registra la Revista Vistazo en su edición relativa al siglo 20 y manifiesta: “Las elecciones fueron limpias, probablemente por vez primera en las tres décadas del siglo XX”.
Hemos madurado en materia de conducta del electorado. Por fortuna, en este torneo del año 2021 no hay muertos, ni heridos producto de choques entre partidarios de los candidatos. Ojalá en los pocos días que faltan para la votación no haya violencia de ninguna parte. Casi nadie, en estos tiempos, está presto a correr riesgo ni en su integridad menos en su vida, por la desacreditada política que ha perdido fe en el pueblo y en los fáciles ofrecimientos que casi nunca se cumplen.