María Eugenia Vidal fue una verdadera sorpresa en las elecciones de la República Argentina, en su paso hacia la Gobernación de la provincia de Buenos Aires. Su triunfo electoral se dio en el denominado Conurbano, que debe responder a la antigua denominación del “Gran Buenos Aires”, Lo trascendente de esta victoria radica que se produce en el bastión electoral más importante del peronismo, que representa aproximadamente un 25% del total nacional.
Con estos antecedentes, se puede deducir que la victoria política -no electoral todavía– de Mauricio Macri, en gran parte se debe al voto en el conurbano bonaerense que en las urnas rechazó el modelo, las actitudes y las cifras de una economía que todavía permanece parcialmente escondida.
Desde este punto de vista, la rutilante política, electa como la gobernadora de la provincia más importante, puede ser una gran y determinante electora si mantiene su constancia militante. Desconocida en el plano internacional tiene experiencia como legisladora y subjefa del gobierno de la ciudad. Habrá que descubrir cómo ella logró capitalizar el voto de rechazo al Gobierno Nacional de la Argentina que, incluso, tuvo la osadía de colocarle como rival a un candidato que, para muchos, fue extraído desde las cavernas del infierno para acompañar a la Presidenta de la Nación en su gestión.
Entre los capítulos que habrá que investigar está la naturaleza del conurbano bonaerense.
Los referentes históricos son claros respecto a su militancia peronista y sus constantes luchas sociales, pero no hay que descuidar que es un centro urbano, industrial, de vivencias y percepciones compartidas con la capital. Por tanto, es posible que el rechazo al régimen pudiera contagiarlo y decidir un cambio político que en ese territorio era impensable. Si la comunidad exigía un cambio de la agenda con urgencia, la situación fue tan extrema, que ese territorio no fue inmune. Las expectativas por un futuro diferente pueden haber sido fundamentales; así como el error de Daniel Scioli al no reprogramar su discurso y caer en una suerte de continuismo contrario el sentir ciudadano, que siente y piensa diferente. El costo del histrionismo del régimen fue muy alto. Hay que recopilar varios datos. Una presencia en la Asamblea de la ONU evidenció el mal momento de la imagen argentina; los eternos maquillajes del Banco de la Nación; la inoportuna visita de Lula da Silva al introducirse en una campaña ajena, cuando en su país no puede con su pasado, su presente y un imposible futuro político, pasaron la factura.
El resultado de la segunda vuelta no es predecible. Si Massa se desbanda y la gobernadora no insiste en su liderazgo, la victoria peronista es posible. Si, por el contrario, Macri vence y se consagra como presidente, sus efectos se sentirán en las elecciones venezolanas del 6 de diciembre. Ecuador es otro caso. Desde la terapia intensiva, la oposición sigue pronta a pagar el peaje masoquista de otra derrota decente.