Me alejaré hoy día de los sobresaltos y sospechas del paro, y me referiré en esta página a las elecciones que se celebraron el pasado domingo 12 en Colombia, Francia y España. Ya sabemos que los resultados de una elección son una especie de fotografía política de lo que ocurre en un país.
Por supuesto la atención latinoamericana, se centró en el proceso celebrado en Colombia. Lo reñido de la contienda, las fundamentales diferencias entre los candidatos, el triunfo de Petro, sus aliados y sus propuestas, dan materia abundante para el análisis. También para las inevitables profecías de los entendidos.
Ya se verá si se cumplen. Por ahora la expectativa está abierta; pero es evidente que Petro tiene muchos retos que afrontar, tanto por las ofertas programáticas de su campaña, como en la necesidad de disipar los recelos que casi la mitad de Colombia siente por su pasado. Y está por verse si la anunciada ola izquierdista se consolida en la región.
Por mi parte debo decir que la presencia en su equipo íntimo de campaña de personajes nefastos anuló cualquier entusiasmo que podría haber despertado.
Poco se ha comentado entre nosotros sobre los resultados de las elecciones legislativas en Francia. Macron ha perdido la mayoría absoluta de que la gozó en su período anterior y ahora deberá buscar un pacto de gobernabilidad, en tanto que la izquierda y la ultraderecha han salido reforzadas. Pero más allá del impacto en la política interna y en la comunidad europea, el resultado pone en cuestión el modelo político constitucional francés: una especie híbrida de híper presidencialismo combinado con un parlamentarismo elemental, curiosa fórmula, muy propia de la capacidad inventiva de los juristas franceses.
También hubo elecciones autonómicas en la comunidad española de Andalucía. Y al contrario que en Francia, se registró un crecimiento del Partido Popular (conservador) y un fuerte varapalo a los partidos de izquierda. ¿Un anticipo de las próximas elecciones generales?