De nada sirve que el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Juan Pablo Pozo, haya hecho todo lo posible por mantener las apariencias. Que se haya gastado como nunca antes más de cien millones de dólares en estos comicios. Que haya invitado a observadores internacionales que, a la final, no hayan contribuido a supervisar ni a garantizar la transparencia del proceso electoral. Que haya ofrecido presentar el mismo día de las elecciones los resultados finales y que se siga dilatando este anuncio.
Todos estos aspectos, así como las denuncias que han hecho en estos días varias organizaciones políticas (papeletas marcadas, eliminación injustificada de ciudadanos del padrón electoral, etc.) socaban la legitimidad de este proceso electoral. Mucho más cuando luego de haberse conocido los resultados del conteo rápido realizado por la Corporación Participación Ciudadana, el propio presidente del CNE suspenda temporalmente su conteo de votos y abra la posibilidad del triunfo del oficialismo en primera vuelta.
De acuerdo al Art. 143 de la Constitución de la República, para ganar en primera vuelta se requiere alcanzar más del 50% de los votos válidos emitidos o, de lo contrario, al menos el 40% de los votos y una diferencia de 10 puntos porcentuales sobre el candidato ubicado en segundo lugar.
Lo que resulta altamente cuestionable es que el CNE comience a darse vueltas, demore el proceso y acaso se haya querido desvirtuar lo que ya quedó claro en el conteo rápido de Participación Ciudadana. Este conteo marca una tendencia que, independientemente de quien lo haga, no debería variar significativamente de estas cifras: 38,8% para Lenín Moreno y 28,2% para Guillermo Lasso. Y es que una vez que se cuenta con una muestra significativa de actas escrutadas, los datos adicionales prácticamente no cambian el resultado. Por ello, hablar de un triunfo en primera vuelta, no responde a la realidad.
Peor aún dejarse llevar por las proyecciones de las encuestas. En varias ocasiones no han acertado. Sirva como ejemplo los resultados presentados por Santiago Pérez (Opinión Pública Ecuador) en las elecciones seccionales del 2014. Ahora le dan un margen del 42,90% a Moreno.
Esto, como es de suponerse, ha generado malestar en las organizaciones políticas de oposición y un rotundo rechazo del pueblo ecuatoriano. Ya que si hay segunda vuelta, el oficialismo pierde. Sin embargo, si se impone el criterio del gobierno de ganar en primera vuelta con la anuencia del CNE, el país puede entrar en un lamentable ciclo de tensión social y convulsión política.
Uno de los cimientos de la democracia es las elecciones. Sin embargo, este aspecto se cumple cuando los procesos electorales son libres, competitivos y justos. De lo que se ha podido ver hasta aquí, esto todavía está por confirmarse en el Ecuador.
Veamos entonces cómo procede en las próximas horas el presidente del CNE, Juan Pablo Pozo.